domingo, 12 de septiembre de 2010

Días con la chica cocodrilo I

El Domingo pasado, aproximadamente a las 9:00 am Lorena y yo nos encontramos en la plaza de Barranco. Aquel día me levanté super temprano, no quería tener que dejar esperando a la movilidad y tampoco quería quedar mal con ella. A decir verdad nisiquiera tenía idea de cómo irme hasta Barranco, jaja, aunque tenía cierta vaga idea, mentalmente hice conexiones de líneas conocidas que recordaba que pasaban cerca de allí. Tomé la 505 en el paradero de los Quechuas hasta la Av. Arequipa, luego de allí tomé un taxi que fue por la vía expresa hasta Barranco, llegando a la susodicha plaza.

Por msn ella y yo acordamos encontrarnos cerca de una pileta con una estatua, cuando llegue ¡Habían muchas estatuas!, aunque el parque no era muy grande me sentía algo desubicado. La mañana era bastante fría, los tonos azules se dejaban acentuar en las superficies por la frígida iluminación solar, el el suelo de los senderos del parque eran de unos bastante gastados azulejos color bermellón, no habían muchos árboles, pero sí bastante pasto. Ví que habían algunos estante de tiendas bajo un toldo color blanco, con techo rosado, en cierto sector del parque, me acerqué para chequear entre lo que daban las nueve, vendían ropa media hipposa, hecha de lana alpaca, también accesorios cómo carteras, pulseras con motivos muy andinos.

Al lado del parque se podía observar una iglesia bastante grande color amarillo ocre, de un estilo muy paja, algunas personas pululaban cerca de la entrada de aquella. Cómo a Barranco se le conoce por su característica bohemia, se le llama el distrito de los artistas, pude comprobarlo al ver ciertos tipos con tubitos y lienzos que paseaban por el parque, también recuerdo ver a un tipo melenudo y con barba comprando pan jajaja, capaz era un músico o algo parecido.
Casi en el centro del parque había un edificio que decía “Biblioteca”, también de color amarillezco y marronuzco, en realidad no tengo idea de qué sería aquel lugar. Pregunté a uno de los señores de limpieza del parque por la susodicha pileta, ninguno me dio razón, pero no era motivo de preocupación, yo mismo la encontré. Cuando la hallé no estaba en funcionamiento, era cómo una especie de piscina y en el medio había una hermosa estatua color blanco de una mujer desnuda con una vasija en las manos, en pose de estar vaciando el agua en la pileta. Me senté en una de las bancas y al poco rato llegó Lorena. Nos saludamos y me dijo que la siguiera, estuvimos hablando un toque de lo que sería el día, me contó también de un lugar, al cual yo lo bauticé cómo “Oasis”, pues era una bella zona, con chacras, sembríos, naturaleza, que se encontraba literalmente en medio de la saturante ciudad. Me dijo que nos vendría venir a recoger su primo, y que iríamos primero a por las pinturas en cierto lugar de Pachacamac antes de nuestro destino final.

Hablábamos de lo paja que hubiese sido que Dianita viniera, pero ella me dijo que intentó llamarla a su celular pero que nunca contestaba. Al cabo de un rato su primo llegó, era un pata flaco, un tanto más alto que yo, de piel algo clara, pecoso, de ojos algo achinados y de cabellos castaños oscuros. Le saludé, el lo hizo en muy buena onda, de hecho me trato muy bien en todo el trayecto, me cayo chévere, porque más que nada también me incluía en las conversas que teníamos en el viaje. Así Lorena y yo nos pusimos en la parte de atrás y partimos. El viaje no fue muy largo, rápidamente pasamos de estar en la Lima urbana para pasar, a la Lima “campestre”.

Al principio más hablaban Lorena y su primo, comentaban acerca de su abuelo que había fallecido hace poco. Lorena me lo había comentado un día que fuimos a comprar materiales en “Lapiz López” por Metro. Me lo contó en cierto tono despreocupado y me dijo “Cuando te lo comente ¿Cómo que te asustaste? ¿No? No te preocupes” me dijo sonriente, me contó que a pesar de que sentía algo de pena por lo de su abuelo, no lo sentía tanto pues era su “abuelastro”, el padrastro de su madre y de hecho no fue muy buena persona con los de la familia, tanto que ninguno de sus hijos lo apoyo, únicamente la mamá de Lorena, fueron etapas difíciles, murió en un Asilo, aparentemente por negligencia de los cuidadores; ella y yo comentábamos lo triste que debe ser llegar a viejo, y ella me dijo riéndose “¡No! Yo antes me mato” en broma.

Pasamos por paisajes muy bonitos, a bastos sembríos y dunas a un lado de la carretera, enormes montañas al otro. Hicimos una parada en una gasolinera para recargar combustible y en esa parada hice un frustrado boceto de una de las “máquinas” que expenden combustible.

Mientras más nos alejábamos de la ciudad, el camino se hacía cada vez un tanto pesado, paso de ser asfalto a trocha pura, ja, era paja sentir cómo nos hacía saltar el carro por los baches; se sentía extraño, el pata que nos llevaba iba a una super velocidad, jaja creo que jamás viajé a tanta velocidad en auto. Cuando llegamos a cierto punto Lorena y su primo estaban algo confundidos por los senderos que debíamos tomar, así que se dispusieron a preguntar, la gente bastante buena onda nos daban las indicaciones que requeríamos hasta que llegamos a Quebrada Verde. Se llegaba por una subida, era un pueblito bastante chico, pero no tanto cómo Mal paso.

Al llegar por la pendiente había una especie de tranca que debía abrirse para dejar paso a los carros que transitaran por allí, nosotros sólo nos detuvimos antes de la tranca. Antes de llegar por el camino Lorena me enseñaba todas las obras que estuvo haciendo la organización, vi muchas casitas pintadas de verde con motivos de florcitas, enredaderitas y muchas cosas bastante bonitas. Ella participó junto con demás voluntarios amigos suyos y miembros de GEA en hacer aquellas cosas, en adornar los pueblos, para que la gente realmente sienta…que importa, y que no son un pueblo olvidado más.

De una pequeña casa salió un señor mayor y una señora que saludaron cálidamente a Lorena y le preguntaron por ciertas personas las cuales desconozco, ella les contó sobre los proyectos que íbamos a hacer en Mal Paso. Antes de sacar las pinturas, Lorena nos llevo a mi y a su primo a ver el lugar, en el centro había una especie de pequeña plazuela, con mosaicos por todos lados, aquello también fue trabajo de GEA, caminar sobre ellos se sentía tan bien, todo producto de manos voluntariosas de ayudar a la gente de aquel pueblo, una sensación genial.

Luego de aquello, el señor mayor nos abrió una especie de cuartito pequeño en donde tenían guardado las pinturas y pinceles, era una habitación pequeñísima, en el aire se sentía un olor a “guardado”, parecía que aquel cuarto no se había abierto en mucho tiempo, y efectivamente fue así pues Lorena incluso encontró una revista que había dejado hace muchísimo allí, también encontramos el cadáver de una palomita cosa que nos desagradó un tanto, especialmente a Ella. Entre las pinturas buscamos las que estaban en mejores condiciones, algunas incluso cómo estaban diluidas en agua se habían llegado a podrir, otras estaban muy secas, encontramos los primarios, algún morado, negro, un verde, y algunos pequeños frascos que también tenían latex. Luego de aquello nos despedimos y partimos nuevamente.

El camino a mal paso es bastante pesadito, muchos baches, mucha tierra, piedras,etc., en un punto llegamos a un sendero de un solo sentido de circulación y mientras doblábamos por una esquina, nos dimos cuenta que un camionzote venía justo en dirección a nosotros, fue cagón aquello, y pucha, tuvimos que retroceder y esperar que pase, totalmente cagón, al volver a retomar la ruta teníamos miedo de que de nuevo se aparezca otro camión jaja. Siguiendo el camino, llegamos a una pendiente bastante empinada la cual subimos y finalmente por fin llegamos. A lo lejos podía ver lo que Lorena me había comentado, una gran muralla (hecha por Cementos Perú) que rodeaba todo el cerro, y que contaminaba visualmente la hermosa vista del lugar, una estupidez realmente. Por ello muchos chicos a veces van y en esas paredes todas feas pintan, es una iniciativa de la cual se debe pasar la voz; en realidad ver esa enorme pared me entusiasmo bastante, ¡Es cómo un enorme lienzo de más de 100 km!

Llegamos de frente a la pequeña capilla, afuera tenía una rejas con motivos decorativos color blanco que conformaban el pórtico, por dentro habían unos cuantos asientos de madera, de esos largos que hay en las iglesias. También vi justo entrando a la capilla, dos de esas “cosas” en las que se ponen a los santos cuando los van a cargar para una procesión. Al fondo vi la pintura de Santa Rosa, con la parte inferior inacabada, en un lado de la división de la enorme pared del escenario, el otro lado de la pared estaba en blanco y es dónde se supone que debía pintar al San Martín.

Nos ordenamos, alistamos, ubicamos y empezamos a trabajar. Lorena se puso a hacer unas florecillas en la entrada de la iglesia, estaba achicharrándose la pobre, tanto que cuando entraba a la capilla a checar mi trabajo la veía más colorada de lo que ya jaja.
El primo de Lorena se estuvo en el carro descansando creo. Yo empecé haciendo las mediciones, trabajar a una escala tan grande…era un tanto extraño para mí, nunca jamás había pintado un retrato, ni un cuerpo humano, era algo que me tenía un poco ansioso y de hecho no se lo mencioné a Lorena cuando acepté la propuesta, simplemente lo acepté a lo loco, yo me dije “A lo que venga”, en serio me lancé sin saber realmente lo que podría suceder.

Hacer esas mediciones era recontra jodido, tenía que marcar con el graffito con ayuda de una suerte de regla (tabla de madera) las líneas de proporción, además de la incomodidad de sentir que en cualquier momento la escalera podría desestabilizarme y sacarme la mierda. Me tomo más o menos un par de horas, hasta que lo terminé. Cuando llegó el momento de pintar, improvisé una paleta con una de las tapas de pintura, puse los primarios más los neutros, subí la escalera y empecé. A eso de las tres y tantos ya tenía algo hecho el retrato, había empezado de frente a marcar los claros y oscuros, aunque Lorena me decía que primero pusiera una base de un solo color, cosa que debí haber hecho, pero normal, maso a esa hora el rostro del San Martín fue tomando forma y una parte de la túnica también.

Cuando llegó la hora de comer fuimos a una pequeña tienda que quedaba arriba de una pequeña colina, una señora muy amable nos invitó comida, mientras caminábamos observábamos los paisajes recontra pajas del lugar, cada cierto tiempo Lorena me señalaba los trabajos que algunos chicos habían dejado en el lugar, al lado de la tienda había una granja, habían muchas gallinas, y algunas vacas. También notamos curiosamente que las palomas de aquel lugar eran muchísimo más rechonchas de lo normal, ella me explicó que era porque se comían la comida de las gallinas y patos.
Algunos perritos se paseaban por doquier al igual que algunos gatitos. La tienda era bastante rústica y no tenía muchos productos, tenía dos mesitas, si no me equivoco, los tres nos sentamos en la del medio y almorzamos. Durante todo el almuerzo hablamos sobre la celebración que se iba a dar el domingo, las festividades que se iban a realizar.
Al servirnos la comida noté que la señora conocía bien a Lorena, pues únicamente le sirvió arroz con vegetales, nada de carnes.

Al finalizar regresamos a la capilla a trabajar un toque más, hasta que dieron las cinco de la tarde y algo. Dejamos las cosas en un rincón, cerramos la iglesia. Cuando quisimos ir al baño vi algo gracioso, en el baño de las mujeres decía “Mujeres” y en el que se supone que es de hombre decía “Gallos” jajaja, cuando Lorena vio que leí eso le dio mucha risa. Luego de aquello simplemente subimos a la camioneta y regresamos a Lima.

Al regresar, durante el trayecto nos quedamos dormidazos. Estábamos matados, en realidad ese tipo de trabajos cansa, pero aunque al final te quedas hecho mierda, quedas…satisfecho. Antes de que me quedara jato, en el camino, mientras observaba los paisajes y el campo…me puse a pensar, lo…extraño que sentía en ese momento, posiblemente nunca había pasado por algo a similar, todo era raro, no estaba acostumbrado a tener experiencias, antes mi mundo se limitaba a mi habitación…ahora apenas y tengo tiempo de estar en el, sentía una sensación de entre alegría y miedo. Aquel cambio realmente me sorprendía mucho, una parte de mí realmente no quería asimilar aquellos cambios, quería que todo se quedara tal y cómo yo estaba acostumbrado a vivir, pero estaba comprometido y debía ir los otros días, en cierto modo no había lugar para mis miedos, debía adaptarme si o sí, y así lo hice…o al menos eso pienso.

Su primo nos dejo cerca de la plaza de Barranco, ya en la noche. Estaba un tanto confundido, pues no sabía que micro tomarme, hasta que vi que uno decía Arequipa, me despedí de Lorena, subí y regresé a casa. Acordamos encontrarnos al día siguiente en el mismo lugar.

El segundo día salí algo tarde, realmente pensé que no llegaría a la hora acordada, estaba algo asustado, cuando llegué no vi a nadie en el lugar y yo -Pucha ¿Qué fue?-
Cuando de pronto escucho a alguien llamándome por detrás, era un pata que estaba junto a una camioneta gris, al principio cómo que me quede extrañado, hasta que me acerco y veo a Lorena en el otro asiento cagándose de risa, subí al carro y ella me dijo –Pasu, Juan Manuel te veías palteado, parecía que pensabas que te iban a secuestrar- y todos reímos.

El pata que manejaba era otro, Él pertenecía oficialmente a GEA, y su chamba era llevarnos hasta Pachacámac. El chico estaba que hacía muchas llamadas mientras manejaba, hasta acordó en encontrarse con un colega en ese instante, fuimos a un grifo y Lorena y el pata se bajaron para recoger algo. Luego de aquello el pata nos llevó a toda velocidad al “Oasis” que mencioné antes, realmente es un lugar increíble, de pronto todo es asfalto y cemento, doblas y te encuentras con esa belleza. En el camino ví que había una tienda de flores y macetas muy bonitas. Llegamos a un lugar, tenía un portón grande abierto, dentro habían ciertas…”esculturas” de animales, muchas vasijas también, todo hecho de arcilla. Recogimos varias macetas de arcilla que nos pasaba una señora, el pata, Lorena y yo ayudamos a cargarlas en el camión, también nos echaban una mano un par de niñitos que estaban allí. Luego de recoger aquel recado partimos a Mal Paso.

El viaje fue normal, prácticamente yo no hablaba nada, Lorena y el pata hablaban de cosas que no sabía, de gente que no conocía, de hechos en los cuales no había estado. No me sentía incómodo del todo, tampoco cómodo, pero era…soportable. Cada cierto tiempo comentaba algo no tan trascendental para no quedar cómo un sobrado. Ahora recuerdo, el pata se llamaba Gerald. Era un tipo medio alto, moreno de cabellos negros y lacios, cortos, de unos treinta y tantos años o quizá menos, era un tanto seco en su forma de tratar, pero Lorena bromeaba y se mataba de risa con él. A veces Lorena me hacía uno que otro comentario para que yo también pudiera participar, al parecer a veces ella se da cuenta cuando me siento…mal o incómodo, recuerdo que hace unos días los profesores Carrizales y Cora, estaban que gritoneaban por doquier desesperados porque se haga rápido el mural, en aquel momento me puse tenso…demasiado tenso, tanto que apenas y podía actuar, cuando entonces ella me dice –Oye Juan Manuel, tienes que calmarte, tienes que tranquilizarte. No hagas caso a las cosas que dicen los profes, pues la mayoría de veces, sólo repiten todo lo que dicen-, yo simplemente le decía que estaba bien, sólo un tanto ansioso y ella contestaba –Sí, tranquilízate y tienes que moverte, aquí siéntete cómo el papi y no dejes que nada te tumbe- jaja aquello me causo gracia, pero me tranquilizó en cierto modo.

Cuando llegamos a Mal Paso, nos pusimos a chambear casi al toque, nos recibieron unos señores mayores, que nos saludaron muy amablemente. Recogimos nuestras cosas del rincón y al toque empezamos a trabajar. En cierto momento cuando Lorena acabo de hacer las flores de la parte de abajo, quiso intentar hacer las que se supone deben estar por arriba de la enorme puerta pero, pucha, le dio miedo jajaja, y decidimos dejarlo allí, aunque yo me ofrecí a hacerlas al final no nos dio tiempo y quedó así nomás. Hablando de sus miedos…ella me contó que tenía temor a las alturas y también otro “curioso” temor, temor a la oscuridad, me contaba que cuando dormía no podía hacerlo con las luces apagadas totalmente, que ella tenía que dejar la tele prendida y activar el apagado automático hasta que se durmiera, cuando le pregunte -¿Y que pasa si se apaga antes?- me dijo –Sí, mierda, me ha pasado y me he cagado de miedo- y yo –Jajaja-

Luego de terminar las flores, ella entró a la capilla y se puso a ayudarme. Hablamos de muchísimas cosas, durante las casi ocho horas que trabajamos allí. Ella ocasionalmente pone énfasis en decir que es una chica apática y fría, y que siempre se comporta de manera huraña con sus amistades, yo la verdad nunca entiendo cuando alguien me comenta que es así, no sé, me causa gracia, ja, o no entiendo, ósea si quieren ver a alguien REALMENTE huraño y apático, mírenme a mí, yo soy a la antipatía por excelencia, a ella no le veo nada de antipática, ni nada de lo que dice, a mi me parece una persona muy agradable e interesante, muchas veces he conocido gente que resalta el hecho de que son “huraños” pero realmente…creo que no saben lo que es ser huraño.

Me contó sobre el chico que hizo el mural, me dijo que era una persona bastante chévere cómo amigo, cómo pata, pero era muy…egocéntrico, era una persona que se en cierto modo se creía demasiado, y cuando por ejemplo ellos dos estuvieron haciendo el mural, el pata la trataba a ella cómo su “ayudante” más que cómo su compañera. Osea el pata estaba con la idea de que esa era “su” obra y no de ambos, aquel pensamiento le jodería a cualquiera. Ella me contaba que el tipo era muy buen pintor, que era de los que “nacen” con eso, pero que se le habían subido tanto los humos que sólo buscaba hacerse reconocido y ganar dinero con el arte. En parte por esa razón dejo abandonado el proyecto, pues vio que prácticamente nadie vería su obra, y no iba a recibir remuneración alguna, aquella actitud que me contaba me jodía, no puedo creer cómo un tipo puede poner por sobre el arte sólo el hecho de vender, de verlo todo billete. Aunque lo había dejado sin terminar, dejo su firma al lado de Santa Rosa, jaja, en broma yo le dije a Lorena – Vamos a borrarlo ¡Ah!- y ella respondió –No jajaja no soy tan mala-

Me contó también sobre un tal Raúl, un chico que era super inteligente y el cuál ella admiraba mucho, me contaba que el pata tenía un familia super numerosa y que toda aquella podía llenar la quinta de donde vivía. El pata según ella era bien bueno, y bastante culto, pero muy solitario, cosa que en cierto modo no iba con ella, aparentemente se pelearon y no se volvieron a ver desde entonces, pero ella me dice que algún día le volverá a ver y que cuando se encuentren…será muy extraño.

También me contó el por qué del nombre “extraño” de su cuenta de face, yo le dije – Así que Carlos Augusto Cocodrilo Cocodrilo- entonces ella rió, y me explicó. En realidad se llama Carlos Alberto, fue un borracho que encontró ella y una amiga suya en el parque El Olivar, el tipo estaba pasadazo y apenas podía caminar, entonces las dos por piedad intentaron llevarlo a su casa, pero el tipo se rehusó, en cambio les contó toda su vida, sus desgracias, sus hijos que ni se preocupaban por él, etc. Creo que el tipo es conocido por ese lugar, pero Lorena nunca le había prestado atención hasta ese entonces, y en honor al tipo le puso ese nombre a su face jajaja.
Lo de Cocodrilo Cocodrilo, es por un amigo suyo que le alguna vez le dijo que debe empezar a ser una chica con iniciativa, un amigo que le daba ánimos y la apoyaba le dijo: “Tienes que empezar a ser una chica Cocodrilo.” (Por la canción de Hombres G)

Me comentó que tenía una mejor amiga que también se llamaba Lorena, y en cierto modo, yo ya lo sabía pues chequé el face de la chica y vi que tenía un blog, yo le comenté cosas sobre su amiga que yo ya sabía cómo en forma de joder, por ejemplo recuerdo que en una entrada ella puso algo sobre Daniel F, entonces le pregunté “¿Y a ella le gusta Daniel F” y ella “¿Qué?”, yo le respondí “No nada”, ella rió y me dijo “Jajaja que raro eres, ¿Se supone que debí entenderlo?”, en ese momento sentí extraño de nuevo cómo que hacía cosas poco usuales o cosas que normalmente ella no ve a otros que hacen y por enésima vez se convirtió en alguien más que me denominó con aquella palabra: “raro”.

Mientras íbamos a almorzar vimos un pajarillo color rojo, me comentó que habían muchos de esos por esa zona de Lima. Yo recuerdo a esos pajarillos, muchas veces los he visto en mi jardín, cerca de mi planta de “choclitos”. Mientras almorzábamos hablábamos sobre el lugar, lo hermoso que sería pintar allí, si ojalá pudiéramos volver y hasta traer a Diana. A ella le gusta mucho alimentar a las aves, gatos o perros que pasen por allí, puedo notar que es bastante sensible en ese aspecto. Aquel día le conté sobre princesa, de cómo la encontró Mario, cómo la cuide desde pequeña y cómo me acompañó durante tantos meses y cómo creció mi cariño hacia ella, tanto que cuando murió me costo demasiado asimilarlo, ella quedo sorprendida de la manera en que se lo contaba…y lo entiendo, pues yo siempre parezco una persona frígida, de piedra, sin sentimientos. Por ello ella me comentó – Wow, me parece increíble la historia de princesa osea que Juan Manuel tenía su corazoncito-
También le comenté que estaba agradecido…o se lo comenté implícitamente, pero sé que lo entendió, agradecido por haberme dado la oportunidad de tener esa experiencia, de salir de Lima, de poder ayudar, de sentir que hago algo y que valgo por aquello. En un momento le dije -¿Recuerdas cuando te dije que hace tiempo tenía cierta actitud misantrópica? Pues estas cosas que me están pasando, estas experiencias que estoy viviendo, estos lugares a los que me estas llevando, realmente me demuestran que si hay personas buenas- cuando le dije esto me sonrió de una forma cómo entre emocionada y sorprendida y con razón, pues difícilmente le había hablado de ese modo en todo el tiempo que nos conocimos, a partir de allí empezamos a tener más confianza ambos.

Cuando regresamos a trabajar, el ambiente era menos tenso entre los dos, cuando estábamos en silencio todo era muy cómodo, cada quien por su cuenta trabajando por su lado, si alguien comentaba algo, aunque sea una estupidez lo tomábamos normal y así transcurrió el día hasta que llegó Gerald y nos recogió de vuelta a Lima. Aquel día también regresé matadazo, e igual nos quedamos dormidos, Lorena adelante con su almohada de colorines que le regaló Gerald y yo atrás recostado en la puerta.

Me bajé en el Metropolitano por recomendación de Gerald, me dijo que podría irme hasta Av. Canadá y de ahí tomar un carro hasta Salamanca. Al llegar a la Terminal, pues ¡Todo era nuevo!, nunca había estado en un lugar similar. Se suponía que debía sacar una tarjeta para poder viajar, le pregunté a un chico con uniforme para que me oriente y el amablemente me vendió una tarjeta de cinco soles, así fui a una de las entradillas que dan hasta las estaciones, puse la tarjeta en el sensor, subí hasta la estación número cuatro y tomé el metropolitano por primera vez. Parecía cómo los trenes de las películas, ja, hasta tenían vocecita diciendo “Próxima parada…” y todo, así llegué hasta Canadá, tome la 505 y volví a casa.

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