sábado, 24 de abril de 2010

Se me acaban las letras, la cordura..., pero no la esperanza

Empiezo esto a las 6:37 de la tarde, tal vez la fobia no sea el trasfondo de esta entrada, pero necesito hacerla, necesito darme aliento, y creer de que puedo, pues…si no lo creo yo, en serio, nadie lo creerá por mí.

Hace poco estando en las bancas del hospital psiquiátrico donde me atiendo, había un tipo sentado en las bancas del frente. Era algo greñudo, de poca estatura y vestido singularmente. Yo estaba muy nervioso pues empecé a sentir los síntomas de la fobia, ruborización, taquicardia, respiración acelerada.

Estaba tomando una gaseosa, y por mi torpeza producto de los nervios se me derramó un poco al momento de abrirla, me sentí más angustiado y nervioso aún. El tipo me miraba y yo trataba de parecer lo más tranquilo posible, incluso sonreía y todo con una confianza impropia de mí. Luego de aquello aquel tipo se paró y se sentó a mi lado, a mi mente vinieron mis típicas series de pensamientos paranoicos, esquizoides y demás.

Empecé a imaginar que se burlaba, que me juzgaba, que se reía. Estaba tan nervioso que en un momento simplemente quería acabar con todo y exploté. Decidí hablarle a pesar de los nervios que sentía. Atiné a decirle: “¿Usted también se atiende aquí?”, no respondió durante un rato, y luego respondió con un balbuceo extraño indescriptible.

Me di cuenta que aquella persona tenía una gran incapacidad para hablar, y lo único que podía hacer era balbucear sin sentido. Por un momento dudé si realmente debería seguirle hablando. Pero decidí seguir haciéndolo, le charlé de muchas cosas, de la pintura, de mis problemas, del doctor que me atendía, del clima, y otras cosas que de las cuales no recuerdo claramente. En ese momento pude ver en su semblante, el rostro de posiblemente el hombre más feliz del mundo. Yo le conversaba como si él fuera una persona normal, cuando la gente pasaba y miraba simplemente los ignoraba y seguía hablándole, dirigiéndole la mirada y los gestos. Tratándolo como un tipo…”normal”.

El chico me respondía con tanta pasión, y a pesar que no eran palabras, sino balbuceos, podía de alguna manera percibir su sentir, aquella sensación…de sentirse en un mundo al cual no perteneces. El chico me escuchaba con mucha atención, y lo que era una situación promedio angustiosa, se convirtió en una situación excepcional para mí.

Luego de un buen rato de “charla”, vi que un señor lo llamó gritándolo de mala manera, al parecer era su turno de atenderse, el se fue y nos despedimos mutuamente con señas.
No volví a ver al chico más, pero su impacto en mí fue grande, el impacto de aquella situación fue grandísima para mí. Luego de aquello me sentí FELIZ, como nunca antes me había sentido, por haber el simple hecho de hacer feliz a aquel chico. Pero a la vez me puse a pensar de cuantas oportunidades tendría ese chico de hablar con gente en la calle, de socializar, tener amigos, tener novia, de muchas las cosas que yo siempre pensé me eran difíciles. Me preguntaba si habría gente como yo lo suficientemente “demente” como para realmente charlar con alguien aún sabiendo que solo serás escuchado y no obtendrás respuesta articulada alguna.

Para mí, aquel tipo no necesitaba decir ni una sola palabra. Ya me había dado todo lo que yo había necesitado por tanto tiempo: Felicidad. Luego de aquello me sentí tan bien. No podía evitar sonreír, incluso cuando caminaba a la calle. La gente me miraba pero realmente me llegaba lo que pudieran pensar. Me puse a reflexionar para encontrar que realmente todos mis miedos son irreales, creados, e imaginado, y si aquel chico no se hubiese sentado a mi lado la historia sería otra y seguramente estaría lamentándome aquí.

Discernir entre real y no real, elegir nuestra propia realidad e irrealidad, elegir nuestra felicidad, talvez no sea una utopía. Cambiar nuestros pensamientos para bien, cambiarlos yo para mi propio bien. Al final ¿Qué es lo real? Para mí lo eran una serie de procesos químicos inestables en mi cerebro, era lo en que yo creía, era mi realidad. Las cosas son más claras para mí ahora, y mi necesidad de expresar, es más fuerte aún. Ya no hay duda alguna de lo que seguiré será la pintura. Necesito decir y expresar al mundo que hay muchas cosas que funcionan terriblemente mal, y que no hay necesidad de tanta mierda retrógrada, prejuicios sin fundamento y demás aberraciones sin sentido.

En mi vida…talvez en sido muy indeciso, pero una vez que tomo la decisión ya no hay nadie que me detenga, aquello hasta ahora me trajo problemas, ahora usaré el mismo principio para superarme. Sé que lo haré, y algún día esta aparente actitud megalómana tendrá fundamentos. En realidad son muchos los que realmente quieren dejar su huella en este mundo, he conocido en Bellas Artes muchos tipos a los que realmente se les ve decididos y con convicción. Es cierto que también conocí a muchos imbéciles que solo estaban ahí por las huevas, y más se preocupaban por ser los bacanes y cools de turno. Pero también hay otros “megalómanos”, “soñadores”, viejos y jóvenes, que quieren ser escuchados pues tienen algo que decirle al mundo.

Anteriormente tenía cierta actitud egoísta con respecto a lo que significaría para mi la pintura, yo decía que solo pintaría para mi mismo, y solo con el propósito de un crecimiento y satisfacción personal, sin importarme la gente. Fue lo que estuve hablando con un alumno bastante mayor en la escuela hace un tiempo, charlamos de hecho un buen rato, de la subjetividad del arte, de Da Vinci, de sus metas, de los métodos establecidos (incluso en el arte los hay, pero de hecho se pueden tirar al suelo como se pudo observar en el cubismo). El me comentó que si solo tenía ese propósito entonces el arte que yo desarrollaría sería un arte…vacío. “Una pintura hecha sin intención de transmitir algo es simplemente un montón de óleo desparramado”, aquello me hizo pensar seriamente en lo que yo querría realmente realizar en mi vida, pero creo…creo que lo tengo más claro ahora y con estos últimos sucesos mucho más, es hacerle ver al mundo todo aquello que comenté anteriormente.

Nada, realmente NADA, me va a impedir realizar mis metas,ni siquiera la fobia ni ninguna anomalía psicológica, no importa cuantas veces me caiga, cojee, arrastre, siempre me aferraré a que al final lo lograré. Tengo la esperanza , la tengo de que cuando sea un anciano, ya viejo y arrugado, y esté sentado en un parque en un día soleado a la sombra de un árbol (sí, me lo imaginé con escenario y todo) pueda ver un mundo en el cual haya sentido que serví para algo.

Decisión y convicción, son actitudes que debo tomar, el camino será duro, pero al final sé que toda la mierda y el sufrimiento valdrá la pena. Pienso mucho en mi futuro y tengo miedo, siempre le tememos a lo desconocido,pero yo confío,...confío en que este demente con demasiadas aspiraciones...lo logrará.