jueves, 23 de septiembre de 2010

Claroscuro de emociones




Empiezo a escribir a las 12:10 am, me han sucedido ciertas cosas curiosas éstos últimos días, nuevas experiencias, nuevas sensaciones, nuevas cosas de las cuales me doy cuenta.

Hace algunos días Diana y yo nos peleamos con Lorena por un malentendido de los tres, en parte los tres tuvimos la culpa, a mi parecer. Habíamos acordado encontrarnos en el centro cultural España un día, después de estar pintando al aire libre en un parque que queda cerca, a la espalda del taller; cómo Lorena va a todos sitios con bicicleta, en el micro sólo fuimos Diana y yo para el centro cultural. Nos despedimos de ella en el parque, aunque inicialmente ella me había dado a entender que podría llevarme atrás en su bici cómo anteriormente, al ver que Dianita se iría sola y en micro, decidí mejor ir con Diana.

Luego de despedirnos de Lorena en el parque, Diana y yo buscamos un lugar para botar los cartones que habíamos usado cómo un improvisado tapete aquel día, ya que había llovido toda la mañana e iba a ser cagón sentarnos en el grass todo mojado, quisimos dejarlo en el contenedor de uno de las casas aledañas, pero cómo el vigilante estaba que nos miraba decidimos no hacerlo. Entre risas buscábamos un lugar caleta para dejar nuestra basura, siempre y cuando el lugar sea un contenedor, no queríamos dejar la basura tirada por ahí nomás. Después de un breve caminar encontramos un contenedor a las afueras de una bodega, ella me dijo que lo pusiera yo ya que le daba roche, y de hecho también me daba a mí ya que había un tipo fuera de la bodega que me estaba viendo, pero yo normal, cómo si no pasara nada dejé los cartones en la bodega, sin roche ni nada jaja, y de hecho nadie me recriminó por nada. Luego de eso nos fuimos hasta el paradero y tomamos el micro.

El camino fue largo, en el transcurso estuvimos hablando bastante; esta chica, Diana, es bastante habladora, super, diría yo, aquello no me incomoda en lo absoluto, siempre tiene algo que contar, se ve que cualquier cosa que se le ocurre lo comenta, por más irrelevante que sea lo que diga jaja, aquella actitud suya me parece paja, siempre hace las conversas muy amenas, con ella casi ni hay silencios incómodos, a diferencia de con Lorena.

En el carro estuvimos hablando acerca de los centros culturales que anteriormente ella había visitado, que uno de sus favoritos era el CAFAE, que quedaba también por la Arequipa (Aquel día curiosamente siempre confundía Centro cultural España con CAFAE, al hablar), también me contaba de los profesores que tenía cuando estudiaba en la pre Bellas Artes, también sobre los amigos que conoció allí y que ya ingresaron. En un momento le comenté mis miedos, los miedos que tenía sobre mi futuro, el terror que me acusaba el sentir que no avanzaba nada, que no había aprendido nada, a lo que ella respondía que me entendía y que en cierta forma también se sentía igual.

También comentamos la…extraña actitud de Lorena, últimamente se comportaba algo…¿Extraño?, cómo que era un tanto más distante últimamente, de hecho ha estado muy callada desde después de lo de Pachacamac, a veces siento que me habla menos por alguna razón, no sé si sean ideas mías…Lo comentamos, y de hecho Diana también se dio cuenta, ella me dijo que posiblemente sea por lo de los estudios, yo comenté que posiblemente era eso.
Al llegar al centro cultural no vimos a Lorena por ningún lado, mientras pensamos en esperarla decidimos checar un toque la exposición que se estaba dando; la muestra se llamaba MASH UP, según lo que pude entender, muestra cómo dos obras diferentes, de dos artistas diferentes con estilos muy distintos pueden complementarse y formar una nueva obra totalmente distinta y nuevo punto de vista, expresivamente hablando. Vi ciertos trabajos extraños, especialmente un par, que de hecho si los hubiera visto Lorena le habrían causado repugnancia. En el suelo yacía una especie de servatillo muerto, disecado, y encima de aquel, cubriéndole a medias el cuerpo, muchos retazos de cerámica de forma rectangular, a un costado de aquella “obra” había otra que estaba sobre un pedestal, otro cervatillo color negro, parado, con el cuerpo desgarrado pude observar.

También habían muestras fotográficas muy interesantes. En cierto momento nos metimos ambos a una especie de sala de Proyecciones, cuando entramos estaban dando los créditos de algún cortometraje que habrían pasado, y empezó otro, trataba acerca de la vida de las clases marginales en el centro de Lima, pude ver cómo el chico entrevistaba a un vendedor ambulante, a una empleada de la limpieza municipal, hasta a tres prostituta travesti, cuando habló acerca de la vida nocturna, mientras veíamos en el video cómo las prostitutas caminaban por las calles, Diana me comentaba que también había visto de todo en la noche por el centro, yo le contesté- -Sí, ya me imagino que cosas habrás visto jajaja- Fue paja, nada más estábamos los dos solos, y no había asientos jaja, estábamos botados en el suelo viendo la proyección.

Después de eso salimos de nuevo, aún preguntándonos por qué Lorena no llegaría. Caminamos un rato por el parque de la Plaza España y nos sentamos en unas gradas, ella me contaba sobre su “gordito”: su enamorado que vive en España, me pidió que no comentara nada a Cora ni a Lorena. También me comentó su planes para mediados de Octubre, me dijo que tenía pensado irse de campamento con unos amigos a las playas de Máncora, y me dijo si quería ir, pues hasta podríamos llevar caballetes móviles de Cora para poder hacer pinturas en plena playa, yo le dije que bravazo, que normal me avisará. Aquella idea nos entusiasmó bastante. Después de un buen rato, le envió un mensaje de texto a Lorena. Al no respondernos, decidimos llamarla a un teléfono público, cuando Diana por fin le habló, Lorena dijo que ya estaba en su jato pues se fue al ver que no le dejaban entrar sin DNI, Diana se amargó mucho, y le gritó por teléfono, cuando me pasó el fono a mí, le pregunté que qué había sido, ella trató de explicarme, pero se nos acabó el crédito. Simplemente nos regresamos a casa. Yo regresé algo…confundido, quería saber qué realmente había pasado.

Al cabo de un rato, ya en casa, recibo un mensaje de Lorena explicándome que ella había ido al centro cultural, y al llegar pensó que nosotros ya estábamos dentro, al ver que no tenía DNI, decidió regresarse a su casa, pero cuando nos quiso avisar por celular se dio cuenta que no tenía batería, así que no nos pudo hacer saber nada, el tono de su mensaje era un tanto amargo, pero al final nos pidió disculpas. Después de eso le envié un mensaje diciéndole que no se preocupara, y que, al menos en mi caso, si lo tomaba cómo un mal entendido, y que todo ya había pasado.

Al día siguiente fue un tanto rochoso, le abrí la puerta cuando tocó el timbre, estaba con su bici, al verme me saludó con una sonrisa incómoda, pero no le comenté nada de nada sobre lo ocurrido. Después llegó Diana y todo fue más rochoso aún, pero yo me sentía normal. Al final de las clases, Diana, antes de irse, habló con Lorena para aclarar las cosas. Luego de que Dianita se fuera, Lorena y yo fuimos al parque a pintar. Al igual que Diana, también aclaré las cosas con ella, aunque ella me decía que fuese cómo fuese, seguiría arrochada el resto del día. Al sentarnos en el pasto, estuvimos hablando un buen rato sobre el libro nuevo que se había comprado, sobre los gatos, sobre los miedos, también me recomendó un libro que ella llevaba consigo. Después de eso empezamos con la pintura. Estábamos sentados, cada uno por su lado, a veces comentabamos algo o hablábamos, a veces la gente se paraba a mirar, a preguntar, algunas otras, niñitos se acercaban a curiosear, era muy paja, aunque Lorena no parecía disfrutar de la compañía de otras personas, en cierto modo era bastante seca con los demás, aunque igualmente Diana lo era la vez pasada que pintamos los tres. En cierto rato llegaron dos niñitos, un niñito de unos ocho años, que ya conocía del primer día, y una niñita más pequeña con él, tendría sus cuatro o cinco años. Era su hermanita, sólo me acuerdo del nombre de ella, se llamaba Emma.

Era muy gracioso, las cosas que decían, especialmente la niña más pequeñita, me encantaba su sinceridad, la manera en que salían sus palabras, tan diáfanas palabras, tan límpidas…cuando se ponían a jugar a veces, veía la creatividad en ellos, me daba cuenta que tenía mucho más que lo que podríamos tener Lorena y yo juntos. A veces le hacía preguntas a Emma, preguntas aparentemente “tontas”, cuando las hacía Lorena me miraba un tanto extraño, por las preguntas y por ver cómo consentía en hacer caso a las “sonseras” de los niños. A veces la niñita me decía que cierta parte de mi cuadro estaba fea jajaja, y yo le decía -¿Qué si, Emma? Pucha…pero ¿Cuál parte?- y ella me señalaba con su dedo, y me decía que era porque no había dibujado a una de las palomitas que habían por allí, yo le decía de qué color querría que dibujase la palomita, y ella me dijo que quería que dibujase una palomita durmiendo en una cama, y yo…wow, osea me parecía paja las cosas que ella se inventaba, cosas que a mí jamás se me hubiesen ocurrido, cuando me hablaba yo respondía con total naturalidad, respondía de igual a igual, cómo si se tratase de un adulto, trataba de no mostrar una actitud de superioridad , intelectualmente hablando, con ellos. En cierto momento le pregunte a Emma si le gustaban las jirafas, ella me dijo que si y me comentaba la vez que había visto alguna en el Parque de las Leyendas, las describían como esos animales de “Cuellootes” y manchitas.

En cierto punto mientras jugaba con su hermano, ella saco una “pajita” de mis cabellos, y se puso a jugar con ella, cuando se le perdió, intentó buscar otra entre mis cabellos, me pareció gracioso ya que veía yo que ella se me acercaba y tocaba con tanta naturalidad y sin vergüenza alguna de lo que yo podría decir, era genial, la niñita me apretujaba y revolvía los cabellos pero yo en ese momento estaba completamente calmado, era Lorena quien parecía no soportar cuando los niños se le acercaban jaja.

Después de un buen rato Lorena me dijo que ya tenía hambre y que mejor se quitaba a su casa, yo entre bromas le decía que no se vaya, que no me “abandonara”, aunque de hecho en realidad no quería que se fuese, y hasta le dije para ir a comer por allí, pero ella dijo que cómo a mi ya me debía, no quería deberme más, talvez fue un error mío ya que ella en el poco tiempo que nos conocemos me ha hecho varios favores y hasta invitado y yo…pues, no le he correspondido con nada y perdí ésta oportunidad. Luego de un toque de charlar entre las veces que me repetía “Ya me voy” y yo le respondía“¿En serio te quitas…?” -Juan Manuel ¿Cómo podría bromear cuando digo que me voy?- decía mientras reía Lorena. En cierto momento nos quedamos en silencio mientras nos mirábamos, cómo en muchas otras ocasiones antes, y terminamos riéndonos de la situación. Luego de eso Lorena se quitó, y me quedé sólo en el parque.

Seguí pintando, hacía frío, mucho. La luz del sol parecía titilar entre las nubes y los colores que reflejaban las superficies de los objetos parecían cambiar bruscamente oscilando entre tonos cálidos y melancólicos. A mi mente sólo se vienen reflejos de un ambiente muy gris, con niebla azulada, y los verdes ennegrecidos, verdes muy intensos pero muy apagados, casi azules. Recuerdo que en cierto momento se me acercó un señor, preguntando si hacía murales a gran escala, y si los hacía cuanto cobraba, pero respondí con una negativa, comentándole que estaba estudiando y no disponía de tiempo, por el contrario le di la dirección del taller de Cora. Era exactamente una tercera oportunidad de trabajo que se me presentaba, la primera fue en Pachacámac, uno de los chicos que cargaban mercancía para la tienda de los camiones, me pidió un trabajo, pero respondí igual. Otro día en el cual estábamos Diana, Lorena y yo, en el parque, se me acerca una señora y me pregunta si podría enseñar a su hijo, pero respondí igual y sólo di la dirección de Cora.

Pasado un rato, sentía ciertos pasos que se asentaban en la hierba y se acercaban por detrás mío, y sentía que luego de un rato se alejaban, supongo que sería gente curiosa, era un tanto parecido la situación a la de otros días, excepto que en ésta ocasión estaba solo y era más rochoso, pero cómo me dijo Lorena antes de irse, debo irme acostumbrando pues será mi chamba, aunque ella admite que odia trabajar al aire libre, yo he descubierto en éstos dos días de estar yendo sólo a pintar en el parque, que adoro hacerlo.

Recuerdo que tres heladeros también se me acercaron a preguntar, vestían uniformes rojos, pero no le vi a ninguno la cara, posiblemente eran heladeros Lamborghini, estuvieron un toque y se fueron. Así transcurrieron las horas, y tan sumergido estuve en el trabajo que ni siquiera comí, hasta que llegaron las seis y tantos de la tarde, y del colegio empezaron a salir un huevo de chibolos. De igual manera se acercaban, miraban, comentaban cosas cómo “Ala, mira. Qué bacán” “Igualito…” “Oye pregúntale si va a venir mañana”, “No, pregúntale tú”, “¡No!,¡Tu!” y webadas por el estilo jajaja, cómo si yo no existiese y estuviera sordo. Algunos de ellos me preguntaban cosas, uno de ellos era un chico bien tranquilo, que tenía un primo recontra abusivo, era de los típicos matoncitos del salón que se las dan de bacanes, nada más de escucharlo me cayó recontra mal. A mi izquierda escuchaba la vocecita de una niña que me preguntaba cosas sobre la pintura, a lo que yo respondía lo más amenamente posible.

Cuando empezó a disminuir la luz, decidí recoger mis cosas, cuando me di cuenta la única que quedaba era aquella niña, tendría unos once o doce años de edad, parecía muy interesada en lo que estaba haciendo, me comentó que me había visto otros días con mis amigas, y que le gustaba mucho nuestras pinturas, y que le gustaría pintar igual. Me preguntó si iría al día siguiente, “Sí, normal vengo. Tengo que terminar ésta pintura si o sí” le respondí. Cuando nos despedimos me dijo -Chau, cuídate, ¡Y almuerza!- entre risas, pues sabía que no había comido nada.

Aquel día regresé satisfecho a casa.

Al día siguiente mientras me dirigía al taller de Cora me llama mi amiga Diana diciéndome que no habría clases, entre lo que hablamos se le acabó el saldo. Pero no iba a ir por gusto, así que me dirigí de frente al parque. Cuando me ubiqué, divise a lo lejos a la niña del día anterior, me saludó desde lejos, y me dijo que si me quedaría hasta la noche también a lo que le respondí que sí. Se quedo un rato conversando conmigo, me contó que no vivía con sus padres, sino con su tía; la pequeña se llamaba Miriam, y tenía once años, era una pequeña de piel trigueña, ojos grandes, y cabello castaño. Me dijo que quería salir a pintar un día al parque y que yo le enseñara, yo le dije que normal, que un día que vaya yo, o en le mejor de los casos vayamos los tres, ella se nos podría unir. Cuando le dije eso se puso muy animada. Le enseñé una de mis pinturas, era la pintura de un turtupilín. Una pintura que pensaba regalar a Lorena en agradecimiento de lo de Pachacamac, pero ahora se lo daré en su cumple que es en Octubre, a la niña le encantó y me dijo que de hecho le iba gustar a mi amiga. También le enseñé las demás que había hecho en la bitácora.

Luego de un rato vinieron los mismos patas del otro día, y el mismo niño pesado y abusivo. Cuando sonó el timbre del colegio ella se despidió, y entró a clases, los demás niños también se quitaron. Nuevamente solo, seguí pintando durante varias horas, en total pinté durante unas seis horas y tantos.

Recuerdo que se me acercó un señor preguntándome si podría hacerle un retrato, pero mi respuesta fue igual a las anteriores, el señor se quedo mirando lo que estaba pintando. En ciertos momentos se me acercaban niñitos, cuyas madres miraban a lo lejos, de pronto me vi rodeado de un grupo de niñitos de pre-escolar, curioseando lo que hacía y comentando, y haciendo juicio de mi pintura con sus tan creativas expresiones.

En un momento, cuando estaba “almorzando” (Dos cuates y un Cifrut, vaya almuerzo…), me di cuenta que un chico se me acerco, y se puso detrás de mí, observando cómo comía, cuando me percaté, nos miramos un toque, y luego volteé un poco avergonzado, el chico estaba mirándome mientras estaba acostado en un árbol, detrás de mí, no lo volví a mirar aunque sentía su mirada por la nuca, hasta me ponía nervioso y comía rápido por ratos, pero me controlaba. Él espero hasta que terminara de comer y volviera a pintar, cuando me di cuenta seguía ahí, yo pensé que se había ido y se había cansado de esperar ja, pero no, seguía allí. No sé en que momento después de mucho tiempo, se quitó, me di cuenta, cuando otro grupo de niños se había puesto a mirar lo que hacía.

Aquella tarde conocí a dos niñas más, de la edad de Miriam, se me acercaban a cada rato preguntando y haciendo bromas, en cierto momento cuando a una de ellas le enseñé la pintura del Turtupilín, me dijo “Ohh que lindo. Gracias” e hizo la pantomima de que se lo llevaba mientras reía, y yo correspondía a sus risas. Me hicieron “prometer” que les haría un retrato y que ellas serían mis modelos, con la condición que les regalase luego las pinturas.

Llegó la noche y los niños salían del colegio, se acercaron de nuevo más niños, entre ellos Miriam, los niños veían sorprendidos cómo ella me tenía confianza, cómo si ya me conociera de tiempo, me causaba gracia ello, y creo que a ella también pues la ponía en otra posición en relación a sus otros compañeros. Conversamos un toque, hasta que consideré que ya no había suficiente luz, y aparentemente “terminé” el cuadro, pero aún quisiera darle algunos pequeños detalles mínimos. Miriam me ayudóa recoger los materiales y me preguntó si regresaría, yo le dije que si regresaba al parque podría acercarse normal. Las otras niñas también parecían entusiasmadas por la idea de que volviese a pintar. Y así después de recoger mis cosas y levantar el cuadro me despedí de aquel tumulto de niños, y me enrumbé a casa.

Cabe resaltar que aquel día aunque estuve bastante tranquilo, por momentos me ponía ansioso, en parte creo que es porque he dejado de tomar las Paroxetinas, pues la caja de pastillas se acabó, por momentos realmente me sentía nervioso, pero no es nada que no pueda controlar…
Ahora cuando recuerdo las pinturas de Van Gogh en el Borinage, el el Auvers-Sur-Oise, en la casa amarilla, me pongo a pensar en todas las vivencias, todas las personas, todos los recuerdos que guardan secretamente cada una de sus pinturas…nosotros vemos sólo las pinturas, pero me atrevo a decir que Él, y de hecho todos los pintores, ve algo más en ellas. Yo al ver esa pintura, recuerdo a la gente, al parque, a Lorena y a Diana, a los niños, a la lluvia, al frío, todo…

Incluso recordaré la etapa que por ahora pasa mi familia, hace unos días internaron nuevamente a mi abuelo, la decisión ya es definitiva, le amputaran la pierna izquierda para que la gangrena no se extienda hasta la parte superior de la pierna. Él actualmente, según me cuenta mi tía, está bastante deprimido, pero está decidido, y es conciente de que las cosas serán mejor así, ya no sentirá aquel insoportable dolor, ya no tendrá riesgo de infección, ni ninguna de esas cosas que anteriormente nos preocupaba. El ya se resigno por esa parte, y es bueno. Con mi familia le hemos hablado acerca del cambio a mejor que traerá ésta operación. Parece que acogió positivamente la idea de reemplazar su pierna por otra ortopédica, hará su vida normalmente de hecho, con ella. Aunque de todas formas, el que te despojen de uno de tus miembros, debe ser una sensación bastante…triste.

Confío en que las cosas saldrán bien, en que la operación sea exitosa. Espero que las cosas vayan bien para mí también…

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