lunes, 4 de junio de 2012

Encuentro furtivo en el bus

Sólo un par de veces rozaron mis ojos los suyos, estaban tan abiertos y tan prestos a que yo me deleitase al verme reflejado en aquellos; los rastros de una ligera afeitada se dejaban lucir en aquel límpido rostro suyo y aquel tono grisáceo de esa barbita mañanera, barbita suya de la cual se olvidó la navaja que maniobraba. Tu mirada me pedía algo, me imploraba, al igual que mis ojos te deseaban. Tú, sentado allí, vestido con esa camiseta color verde militar con motas negras,  y yo, divisándote desde arriba, esperaba a que viniera otro segundo más para que nuestras pupilas se vuelvan a encontrar. Y se volvieron a buscar, e incluso al final fuiste tu quién terminó buscándome, buscando aquella mirada que ya nunca más te concedí. Por miedo, tal vez, por inseguridad, tal vez, por todo…

Me querías ceder el asiento, yo lo sé… sin embargo tu lengua presa del nerviosismo de tus labios no dejó salir aquellas palabras que por un momento tan intensamente esperé. Te levantaste, me lo cediste, pero esas pupilas desesperadas, las tuyas, se volvieron dueñas de las mías, aun así no me recuerdes, aun así, jamás vuelvas a verme.

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