miércoles, 29 de diciembre de 2010

Poemas para el taller

(Poemas hechos como tarea, para el taller, a proposito de nuestros estudios sobre los poetas malditos. Mi única referencia hasta ahora es Arthur Rimbaud)

Dos abismos
(Poema a los senos de la mujer amada)


Dos abismos en tu ser contemplo,
Se hunden al revés violentamente.
Incineran añoranzas ocultas
De las más inocentes pupilas,
De los más perversos dientes.

Carmín, rosa, azul,
Así son las llamas de esta pasión,
Y las brasas se avivan al caer
Para despertar a quien busca tu guarida.
Ese que con aquella, entre aguas quiere jugar.

Dos abismos colosales,
La forma que deja ver luz que incide en ellos,
Asesina por mis ojos a mi niñez
Ríos de plata en su honor corren,
Debajo de un lecho humilde y caritativo.

Ríos de vida entre sus valles emanan
Entre los cuales alguna vez me deleite.
Gracias a ellos estoy vivo, abismos,
Antes esos eran tierra,
Hoy los tuyos caramelos.

Dos abismos se alzan en el infinito,
Un pilar acuoso quiere mecerse entre ellos.
Una ráfaga de electricidad recorre por mis venas
Cuando en el lienzo de mis sueños pinto aquella escena.

Tanto me abstraen los abismos de tu ser,
Que percibo incompletos parecen sentirse,
Tanto quisiera completarlos con incoloras cremas.
Tanta irrealidad a mi percepción parecen ¡Tanta divinidad!
Que aún sin ser abismos a mis deseos hunden en ellos.

Son abismos, por ser mi perdición
Asesino mariposas, perfumes y rosas por ellos.
Dos abismos cálidos, blandillos; son de fresa
Tan dulces como nuestra tristeza,
Tan amargos cómo nuestra alegría.





Surcos de Carmín

(Hecho a causa de un brote infeccioso surgido en mi piel ,
a causa de intoxicación por mayonesa hace unos dias)



La fosforescencia del lugar no cesa de jadear,
Claustrofóbicos sentimientos corren por sus venas.
El mundo ya no se dilucida a través de sus ojos,
Ahora sólo sodomía es lo que toma lugar en su carne
La henchida piel sollozante se desgarra por doquier,
Masoquistamente llora, gime y patalea de placer.

¡Y qué placer…y qué dolor a la vez! Es el cielo, y el infierno.
Sensaciones que le rememoran tan lujuriosas ambiciones
Toman lugar ahora en la frondosidad sensible del tacto,
Y este se hunde en perdición a merced de felinas acciones.
Retazos de calcio se incineran, rechinan y truenan
En el fulgor de aquel bacanal epidérmico.

¡Encendida Piel! En montañas minúsculas se salpican
Por latigazos inflingidos que dejan surcos de carmín
Hay pasión exacerbada en ellas, hay exceso
Lo casto y lo divino nada pueden reclamar ya
La razón inclemente abandonó a su títere indefenso
Y el instinto ahora reclama aquella putrefacta materia terrosa.

El enfermizo labrado es incesante a partir de entonces
Ya no hay marcha atrás, al pudor se le asesina otra vez
Pequeñas grietas asoman cándidamente en medio del deleite
Linfa hirviente, cual orgásmico orín emerge desde allí
La orgía termina, y el sufrimiento ya no es inminente, es realidad
Hasta que el cielo se harte para volver a ser de nuevo infierno.

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