martes, 14 de junio de 2011

"Vista de la Huacachina"

"Huarango"

Debajo de un árbol lleno de esperanza.
Tenía los brazos dislocados en todas partes
y era casi como un hombre tremendo,
olía como si fuera mi abuelo, no caminaba;
estaba frente al mar.
Se agarraba a la esperanza de un solo color:
Ica de frente la esperanza;
el rosado de tu cuerpo eterno en las arenas
tiene el tiempo que nosotros los iqueños
hemos regresado para darte en parte
la voluntad de nuestro cariño y eso es todo.
Ahora tengo tiempo para mirarte bruja mía,
pájaro indígena.
Con esos dos colores yo te siento; uno de los tuyos
Es tal vez un rojo, el otro que acaba de morir
En un niño mío...
Si en las arenas te encuentro Huarango
dadme esperanzas,
Tal vez tu no te acuerdes de mi, yo comía tus semillas
cuando era un niño tu fuiste bueno conmigo,
y no me olvido.
Y al salir, mi madre me esperaba con
una flor del cementerio,
Entonces, descubrí, que yo vivía, que tenia tiempo;
la muerte ya era mía.
Árbol extraño, no te miento.
¡Déjame arriba!

Sérvulo Gutierrez

jueves, 9 de junio de 2011

Algo parecido al amor

Tengo algo parecido al amor,
Algo similar a la muerte.
Una agonía de susurros y promesas
que se disiparan con el tiempo;
Tan parecido a lo que se supone que es aquel fervor.

Tengo una llaga en el corazón,
que se incrusta con cada latido y emoción
y que no reacciona más a aquella piel
de gélidas manos que acurruqué entre miradas.

Si, debe ser amor pues no lo dejo ir
y me destruye y tumba hasta la agonía,
un sendero vacío recorre mi sien,
doloroso a martillazos de conciencia se construye.

Suspiro de temor, debe ser mi amor.
Se derriten mis penas y encuentran su camino
entre el lecho en el cual consumamos lo nuestro,
ese, nuestro artificial y falso amor.

(Escribí lo que se me vino en mente tal cual , sin corregir, sin revisar, cual mierda expelida de mi pútrido cerebro. ¿Para qué?)

miércoles, 1 de junio de 2011

Mendigando felicidad

"El mendigo"

Han pasado muchas cosas desde la ultima vez que escribí, cosas que preferiría yo no hubiesen ocurrido nunca. Estoy sumido en una de las más profundas depresiones que posiblemente jamás me sumí en toda mi vida, ya no es una depresión pasional, no sufro por el amor de alguien, o no sufro cómo lo sufrí antes, no sufro por los juicios de los demás, y sufro menos con respecto a mi enfermedad. Sufro por un futuro el cual no logró divisar, sufro porque ese futuro no existe, porque a cada día que pasa veo cómo mi existencia es cada vez más en vano, ya pocas ganas tengo de hacer nada, sólo quiero dormir, sumirme en sueños disfrazando la realidad en distorsionadas vivencias que logró en mis oníricos mundos internos y vuelvo al infierno al despertar. Mi estancia en Ica se vuelve cada vez más pesada, la soledad me consume poco a poco, he dejado de existir prácticamente por completo, no existo para nadie, ni siquiera existo para mí. Mis ilusiones, mis sueños, toda mi vida se va al olvido, la misma esencia de mi ser se pierde poco a poco. Quiero llorar, quiero verme a mi mismo en desgracia cómo si mi propia visión fuera alguna ajena que mira mi cuerpo desgraciado con algo de piedad.

La soledad, la soledad...consume mi vida, hasta el punto de casi extinguirme.

Las cosas no me iban tan mal hace algún tiempo, empecé a tener nuevas ilusiones, empecé a creer de nuevo en la vida, a ver todo con diferentes ojos, a divisar nuevos horizontes. La partida de Xóchitl me afectó profundamente en el corazón, en el alma. Fue el dolor más intenso que pude haber sentido en toda mi vida, nunca amé tanto a una persona, y nunca volveré a amar a otra persona con la misma intensidad, ni siquiera a ella misma. Ella fue realmente mi primer amor, así, con todas sus letras. Hace un tiempo Karin me lo dijo y estuve de acuerdo con ella, nunca se vuelve a amar tanto cómo a esa primera persona que significó tanto en tu vida. Al perderla pensé que había perdido definitivamente todo. Iba sin ganas a estudiar a la Sérvulo, ilusionándome y diciéndome a mi mismo que esta etapa sería un escalón más para poder viajar a México y consumar mi ilusión. Pensaba en que nunca jamás nadie se volvería a fijar en mí, mi autoestima estaba por los suelos; la enfermedad se agravó intensamente hasta el punto de sufrir otra crisis. Así estuve durante no sé cuanto tiempo, perdí la noción con el sufrimiento. Hasta que al final lo acepté, así cómo se acepta la pérdida de un ser querido al morir; en algún lugar leí que el dolor de la pérdida de un amor es equivalente al del perder a alguien que ha muerto.

Mi ilusión renació en Naysha, una chica de la cual hablé anteriormente y a la cuál no le di mayor importancia. No sé si me forcé a enamorarme de ella, no es la típica persona en la cuál me fijaría yo. A pesar de que acepto que desde la primera vez que la vi me impresionó. No es una chica extremadamente bella, por lo que aquel no fue el motivo del deslumbramiento que me causó. Su actitud emprendedora, sus ánimos, y la manera en cómo ve la vida, la alegría que ella rebosa fue el detonante de todos los sentimientos que empecé a sentir para con ella. Pasaron muchas cosas con ella, cosas que a pesar de todo, fueron cosas indirectas, nunca le insinué tanto, o nunca le demostré lo que sentía por ella del todo, y posiblemente nunca lo haga. No recuerdo desde que momento empezaron nuestro roces, literalmente. Recuerdo la primera vez que le toque el rostro de la nada, con la excusa de que mi mano estaba muy fría, no le dije absolutamente nada, fueron unos toquecillos en su brazo, y luego una caricia en su rostro lo que comenzó nuestra complicidad. Recuerdo esa nerviosa sonrisa con la cual me correspondió y no con el rechazo que yo me imaginé. Nuestros primeros momentos cómplices se dieron un día en casa de Mónica, al cual fuimos para ensayar una danza que finalmente terminé por aceptar en participar. Naysha y yo tomamos unos tres copas de pisco puro que nos animo mucho y nos puso bastante pilas. Hablamos de muchas cosas, recuerdo que conversamos sobre unos libros que tenía Mónica en casa, varias obras literarias, en especial el de Julio Verne, "Viaje al centro de la tierra", me contó que ella había leído de otras fuentes sobre teorías similares de civilizaciones intraterrestres. Los temas en común iban favoreciendo la conversa. Me gustaba que cada que soltaba una carcajada se recostaba sobre mí y reía incontrolablemente, por momentos nuestras manos rozaban a propósito, cuando ella me daba los cinco, costumbre que tiene bien arraigada. Hubieron momentos en los cuales nuestras manos rozaban y yo ya no la soltaba, me gustaba que no opusiera resistencia, que nuestros dedos se acariciasen, cómo ajenos a nosotros, cómo si aquel gesto fuera el único indicio de complicidad y que la conversación que sosteníamos sólo fuera una excusa inocente de lo que realmente queríamos hacer. Todo en su rostro me parecía bello, sus ojos con pupilas dilatadas y grandes me encantaban, sus labios pobremente brillantes tenían una magia especial y el mechón de su cabello el cual le llegaba hasta la nariz, la cual acariciaba era posiblemente lo mejor de aquella visión.

Creo que fue en nuestro viaje a Pisco en el cual nuestra complicidad llegó a su punto más alto. Fue de lo mejor que pasé aquí en Ica. Nos encontramos una mañana en Pisco ella y yo, previo acuerdo con otros chicos (Mónica y Dam), para ir a pasear a las islas Paracas, luego de encontrarnos con los otros dos fuimos a una agencia de tours a comprar nuestros boletos. El viaje fue entrañable. Viajamos junto a turistas suecos, estadounidenses, mexicanos y colombianos por varios lugares típicos del recorrido turístico de la region paracas. Fuimos a ver fósiles de cuarenta millones de años de antigüedad, fuimos a ver la catedral que se derrumbo por acción del terremoto, fuimos a una playa de arenas rojas...pero nada de ello recuerdo tanto cómo el viaje en bus que pasé al costado de Naysha. Tenerla a mi costado, riéndose conmigo, siguiendo las caricias, me hacía sentir cómo un pre adolescente ilusionado. Sentía esas mariposas revoloteando en el estómago cuando ella apoyaba su cabeza en mi hombro. Era tan genial, poder sentir que por un momento esa chica alborotada y con una fuerte personalidad, dejaba caer lentamente su ser en alguien cómo yo. Me sentía en un extasis sensorial, no me importaba los lugares, ni el tour ya, sólo ella, ella era el motivo de mi viaje, ella era el objetivo de todo. Y aunque no logré nada aquel día, a diferencia de Dam que besó a Mónica al final del viaje, y se hicieron novios, la ilusión de ella, una chica tan distinta a mí, pero a que ala vez me lograba encantar tanto, reducía en mucho mis pasadas penas. Ya hasta me daba igual, no podía pensar en cosa que no fuere ella. En ese momento olvidé por completo el dolor que sentía por Xóchitl, ya no era en ella en quién pensaba en todo momento, en lo que hará, en que si estaría conversando con Suzette, en por qué no me habría agregado a mí cómo su exnovio, a diferencia de Julio Atzin o la misma Suzette, o por qué me habría eliminado nuevamente, realmente me era por completo indiferente, ya no eran los pensamientos sobre ella, ahora en todo momento era Naysha.

Cuando volvía en el bus camino a Lima, era en ella en quien pensaba y con quién me ilusionaba. Me sentía feliz. Incluso sabiendo que ella era de una ideología más conservadora, es bastante religiosa, y aunque respeta, no está de acuerdo con actitudes demasiado liberales. Tuvimos una última salida a Pisco, Naysha y yo, junto con Karin y un chico llamado Miguel. Salida en que terminó todo mal, pues me dio una crisis de psicosis en casa de Karin, todos se asustaron, me contaron que me vieron actuar extraño, que me ponía muy nervioso, y que no sabían si podría regresar a casa cuando me embarcaron en el bus. No recuerdo nada eso, cómo siempre que me dan mis crisis. En esa salida también me fue bien con Naysha al inicio, se repitieron las caricias y abrazos en el bus, pero en parte los celos que sentí por Miguel cuando veía que Naysha le daba preferencia a él, me empezó a poner nervioso y desencadenó mi crisis, y cagó todo el viaje, y lo cagué mejor dicho.

El fin de semana pasado fue cuando mi vida dio un vuelco nuevamente. Naysha y yo nos emborrachamos con un pisco que trajo Mónica, nuevamente. Naysha tomó, supuestamente para darse valor en la actuación que saldría a dar aquel día, un sketch que haría con Flor de María, con una canción de fondo, algo cómico. Pero Naysha y yo nos pasamos de copas y no nos controlamos, ella empezó a mandar a la mierda a todo el mundo, se puso agresiva, muy agresiva. En un momento también me mandó a la mierda a mi, me recriminó el hecho de estarle tocando, cuando estábamos sentados en las gradas de una escalera, porque no podíamos caminar por el mareo, y en un momento se encerró en un salón, con Flor y cuando quise entrar me botó de la peor manera con gritoneos y alaridos. Tampoco recuerdo demasiado, me puse muy sensible, Flor de María se preocupó por mí, y estuvo hablándome largo rato, diciéndome que no me preocupara, que Naysha simplemente actuaba así por el alcohol, me dijo que me acompañaría a casa, y no me dejaría irme solo y mareado. Se armó todo un show, los chicos empezaron a consolarme cuando estuve fuera de la Sérvulo, me sentía cagadazo, estaba que quería llorar. Mónica lloró al verme así, sintiéndose sulpable, supongo. Ruth, igualmente. Sentían cierto...tipo de compasión, ahora que me pongo a pensar, me sentía muy incómodo a pesar de las buenas intenciones que mostraban...quería salir de allí. Y así lo hice después de no mucho, tuve que subir forzadamente a cantarle cumpleaños a un compañero de clases, y verle la cara a Naysha, en aquel momento no quería saber nada de ella. Luego me fui con Flor de María a mi casa.

No hablamos mucho en el trayecto...fuimos caminando todo el rato. Hablamos sobre lo que había ocurrido, por momentos le comentaba que estaba muy mareado y quería parar. En cierto momento nos sentamos en un parque y nos pusimos a jugar con el pasto, ella me tiraba y yo también le tiraba en la boca, haciendo la pantomima de darle de comer o algo por el estilo. De pornto ella agarró una hojita y me la empezó a pasar suavemente por el brazo, inventamos un jueguito, en el cual yo debía de atrapar la hojita, y siempre que lo intentaba ella sacaba rápidamente el brazo y no lo conseguía. Con el susodicho juego estuvimos sentados largo rato bajo un árbol. Me relajó mucho el hecho de estar allí, en tanto silencio, alejado de toda la mierda que había pasado en la Sérvulo.

Después de estar un buen rato en el parque, nos fuimos camino a mi casa. Llegamos exhaustos, con un calor abochornante. Ella me acompañó hasta el segundo piso. Aproveché para enseñarle algunas de mis obras que había traído de Lima, ella me decía que les gustaba mucho y que estaban interesantes. Aunque no vi demasiado entusiasmo en ella al verlas. También le mostré algunos trabajos en la computadora. Por todo el trajín del día, no aguanté y me recosté en la cama, mientras ella ojeaba mis trabajos, conversamos un toque más de nada, hasta que casi sin intención maliciosa la invité a recostarse: -Oye, ¿Estás cansada? Ven...recuéstate- Le dije.

Se acostó justo a mi lado e instantáneamente me abrazó, yo hice lo mismo. Me sentía muy extraño...me gustaba sentir el calor del cuerpo de alguien tan cerca de mí, me gustaba el hecho de no estar sólo, y solamente esto. De hecho ni siquiera se si me gustaba aquello en ese momento, o sólo me gusta el simple hecho de recordarlo ahora. Sus mejillas encendidas en mi pecho me acaloraban aún más, sus ojitos cerraditos eran cómo las de una muñequita, apodo que yo le puse desde que estuvimos en el salón de clases, por ser tan pequeñita. No me quise mover durante largo rato, estaba extasiado por la sensación, por la sorpresa. Le dije que se levantara para que pudiéramos recostarnos bien y ella accedió. En cierto momento me encontré encima de ella, y me dijo que tenía mucho calor y me preguntó que qué hacía yo cuando tenía mucho calor. No supe que responderle y le devolví la pregunta.

-¿Qué haces tu cuando tienes mucho calor?- le dije.
-No sé, pero ahora tengo ganas de quitarme toda la ropa- Me respondió.

Quítate todo pues- le dije en tono de broma. Y ella burlonamente me dijo que me quitara el polo. Yo no accedí, pidiéndole a ella que se lo quitara. Al ver su negativa, pensé en que no tenía nada que perder y lo hice. No mucho después ella también hizo lo mismo y se quedó en brasier. Aún no sucedía nada, aún no éramos nada, sólo era un jugueteo coqueto entre ambos, sólo dos actitudes pícaras tomadas por ambos. Hasta que yo le bajé los tirantes del brasier, y ella me correspondió quitándoselos por completo, en ese momento sentí que había traspasado un límite entre ambos, el que me haya expuesto algo tan íntimo era signo de que había algo más que simple picardía entre dos amigos, lo arriesgué todo y la besé. Lo hicimos intensamente. Estuvimos dándonos piquitos y besos prolongados largo rato. Despojarle de sus pantalones fue menos complicado, me comporté cómo animal antes de ello y le manoseé el trasero sin negativa alguna de su parte. Me sentía poderoso, sentía que Naysha se podía ir a la mierda con sus actitudes, que yo tenía con quién revolcarme ya. No la necesitaba.

Anduvimos desnudos besándonos también largo rato. De hecho es lo que mayormente hemos hecho en cada una de nuestras sesiones de sexo desde el viernes. Ella era virgen y penetrarla fue más que costoso. No por la dificultad de "entrar", si no por la negativa de ella ante el dolor. Lo logramos después de largo rato aún y paciencia mía. Lo hicimos sin protección alguna, pero logré terminar fuera de ella, sobre su vientre, afortunadamente. Fue en ese instante, y en esa cúspide de la relación sexual que me di cuenta que ni siquiera con el orgasmo que había obtenido sentía placer alguno. No sentía nada al besarla, no sentía nada al penetrarla, ni sentía nada cuando me decía cosas cariñosas. Es más, me consternaba el hecho de que me dijera que yo era lindo, que me quería, que no quería perderme, cada una de esas frases eran cómo puñales para mí. Y no sentí nada... En ningún momento sentí nada. Esa es palabra que mejor describe el vacío que sentía por ella. Todas las ilusiones que había tenido hasta entonces eran para con Naysha. Y a pesar que siempre me mostraba cariñoso con Flor, que le regalaba cositas, detallitos, le abrazaba, siempre la veía cómo una amiguita pequeña, cómo la muñequita que siempre le molestaba. Sentí una culpa tremenda, lo sentía mientras estaba con ella y lo sentí durante todo el fin de semana. Yo le pregunté si quería olvidar todo lo que había sucedido, y ella me dijo que no. Quería ser mi novia, y quería que fueramos abiertos con los otros chicos al respecto. Sentí culpa y pena cuando ella se fue, al despedirme de ella quise besarla en la mejilla, pero ella puso sus labios. No la olvidé durante todo el fin de semana...pero no eran recuerdos cómo los de Naysha, eran recuerdos de desilusión, melancolía y una culpabilidad extrema.

El Lunes que nos vimos nos sentimos extraños, pero no tardamos de retomar la confianza del viernes pasado. Cuando nos escapamos de la escuela, Naysha, Frank, Jason, Flor y yo, fuimos a la Huacachina, y allí no aguantamos el hecho de no hacer nada y nos besamos en frente de los chicos. Incluso Naysha nos vió. No entiendo por qué lo hice, ni entiendo porque lo he seguido haciendo. Volvimos a hacer el amor aquel día, igualmente que ayer. Cuando estoy en sus brazos y estamos recostados no siento que estoy con una mujer que me va a dar placer sexual, sólo siento el regocijo de un ser que me hace compañía y que no quiere estar sólo tanto cómo yo. No me siento sólo, no me siento sólo...pero a la vez me siento tan deprimido. No hará mucho para que el salón por completo se entere. A mi no me gusta nada Flor, y no veo un futuro en la relación que tenemos. No somos nada compatibles, y aparte del sexo no tenemos nada en común. Lo de Naysha se cagó por completo, ella me pidió disculpas el domingo, incluso me dijo para volver a salir ambos, pues el viernes que nos pusimos ebrios habíamos quedado en ir al cine pero no pudimos por lo mismo. Pero Flor está conmigo, no quiero desilusionarla, no quiero hacerla sentir mal. Y me sigo sintiendo cómo una basura al pensar en esto. Desde que sucedió lo del viernes estoy sumido en una depresión profunda, quisiera que terminemos ambos. Quisiera que volviera a ser mi pequeña amiguita, pero al mismo tiempo no quiero estar solo. A veces siento que la quiero más, sólo un poco, sólo por el hecho que me estoy obligando a hacerlo. El amor no se puede obligar, estoy en una situación bien extraña... me recuerda en cierto modo a Xóchitl, y empiezo a entenderla. Recuerdo lo mucho que amaba ella a Suzette y lo poco que podía yo lograr para hacerle sentir lo mismo que ella sentía por ella. Y aún así no me dejaba, y no me dejó por un buen tiempo, tal vez por la misma encrucijada y culpabilidad de haber hecho enamorar a alguien y no querer hacerle sufrir, tal vez e incluso sí empezó a sentir algo por mí porque ella misma se obligó a hacerlo, pero no porque le naciera.

Yo ya no quiero a nadie más, ni siquiera a Naysha. Quisiera estar sólo, no quiero hacer sufrir a Flor. No sé cómo decírselo. Jamás me había sentido así y no encuentro maneras, a pesar de que sé que todo el mundo me dirá que le diga la verdad, que la haré sufrir más con engaños...no puedo hacerlo. Yo no quiero a Flor de María, y aún así se me llenan los ojos de lágrimas cuando pienso en que debo decírselo. Espero no se haya enamorado de mí realmente y también haya confundido las cosas. No quiero que en el salón nadie más me mencione más el tema de Flor, pues ya me tienen harto...

Flor planea para futuro conmigo, me dice que cómo haremos cuando yo esté en Lima, que me va a extrañar mucho y sobre todo que tiene miedo de perderme...eso último es lo que me caga y siempre me lo dice cada que hemos hecho el amor. No sé qué contestarle.

...Quisiera volver a Lima...quisiera olvidar la Sérvulo...

Estar tan sólo y con mi enfermedad a cuestas me va a matar aquí.