lunes, 11 de abril de 2011

Visperas de clases

Dan casi las ocho de la noche, acabo de llegar a Ica hace casi una hora aproximadamente. Llegu}e algo nervioso a la terminal por tener la laptop en la mochila, en mi otra maleta llevaba muchos libros que seleccioné en casa con el fin de hacer mi "exilio" un poco menos solitario. Aunque traje poco conmigo, son de las cosas a las cuales mayor valor les atribuyo de todas mis pertenencias. Pronto haré el contrato para tener internet con lo que espero sentirme menos aislado aún.

Me despedí en el paradero de mi madre y mis familiares , los cuales añoro ahora con tristeza, pena que sin embargo estoy seguro se dispará con los días, no por extrañarlos menos sino por la cantidad de distractores que conllevaran los siguientes días apartir de mañana, subi al ya familiar bus de la empresa Soyuz y volvi a despedirme de ellos por la ventana. Sabía que contemplaba un panorama que dejaría de ver frecuentemente durante largo tiempo, eso me conmovio irremediablemente, y no dejé de pensar en ello durante algunos minutos. Al final cediendo a la resignación kilómetros más lejos, decidí aceptarlo, aquello era el inicio de todo, del largo camino hacia mis metas, sueños y anhelos; en aquella escuela de Bellas Artes bastante remota, iniciaría mi vida universitaria.

No pasó mucho rato hasta que me olvidé de esos pensamientos, en cierto modo me empencé a acostumbrar a la soledad; me puse a leer, cosa que ayudó mucho en percibir el viaje mucho menos largo.
Me mantuve durante gran parte del viaje leyendo las ultimas páginas de un libro que me acompañó durante estos ultimos días y que me sirvió de refugio de dolorosas penas, tal era mi afán de escapar de la realidad, que practicamente lo devoraba a cada página leída, a tal punto que me sentía ya casi dentro de la lejana Macondo, tierra condenada al olvido, tal cómo mis angustias, en este momento. Tenía una casi criminal satisfacción al leer las desgracias de los Buendía, preguntandome si mi sino no sería similar al de ellos, empobrecido y en la miseria, en una lejana tierra olvidada, sólo esperando el final de mis días en las más mísera desgracia. Pero no era momentos de pensar en fatalistas descenlaces de mi vida, ya mucho había tenido los días anteriores. No disfruté el viaje, pero fue casi...cómodo, considerando mi repudio al hecho de estar tanto tiempo con tanta gente. No fue incómodo en absoluto... Terminé el libro casi al final de mi viaje, y me dio un poco de tiempo para leer las primeras páginas de mi próximo libro, titulado "Un mundo para Julius" de Alfredo Bryce Echenique, me atrapó a primer instante en que leí con familiaridad los lugares mencionados en la novela. Al llegar a la terminal caminé hacia el edificio de esta buscando algun servicio higiénico sin éxito, decidí desistir y reprimir mis vitales necesidades hasta llegar a la casa. Fui hasta la avenida en dónde alcancé a coger una moto.
-A la Urbanización Santo Domigo frente al hotel El embrujo- le dije al señor que acababa de dejar a un pasajero.
- Dos soles cincuenta- contestó, y me negué.
-Vamos,vamos, dos soles te dejo. Subí a la moto y partí hacia la casa de los señores Lovera.

La casa estaba a oscuras, excepto la habitación de las dos chicas que viven allí (Provenientes de Pisco) estaba con la puerta abierta y la luz encendida, era la única luz encendida. Al observar aquello se me aliviaron ciertos miedos relacionados a los interminables y biblícos relatos que suele dar susodicha pareja cada que viene algún visitante. Afortunadamente al contemplar el umbrío escenario, me vi rescatado por las circunstancias de larguísimas charlas que en un momento pensé prever. Abrí la puerta principal y subí a la habitación.La habitación olía a cerrado, intacta tal cual la dejé. Por un momento desee estar en mi cálida habitación de salamanca, pero no había vuelta atrás. Nada de lloriqueos. Tiré el colchon y ordené las sábanas y frasadas, saqué el hervidor, mi cepillo, jabon y demás facilidades colocandolas y organizandolas sobre unas sillas de plástico. Luego conecté la laptop e intenté conectarme a alguna red colindante, sin suerte, intenté desestrezarme con pajas solitarias y frustradas en vano. La espectativa de mañana es inminente, mis pensamientos se sumen en una ansiedad envolvente deseando ya estar a la hora exacta y minuto exacto en el que ya esté dentro del salón de clases.

Sí, mañana vuelvo a un salón lleno de estudiantes...¿Terrorífico? Ya no tanto.
Puta madre, mañana entro a la Sérvulo.

jueves, 7 de abril de 2011

¡Ingresé a la Sérvulo!

Obtuve el primer puesto entre los postulantes ¡Estoy feliz! Dimos exámen de dibujo, conocimientos y entrevista personal. ¡Empiezo mis clases el once de abril! Ya me instalé en el cuarto, el domingo viajo nuevamente para quedarme definitivamente.