sábado, 25 de septiembre de 2010

Bermellón en el celeste...



(Pintura de un Turtupilín, una pequeña ave que vi en Pachacámac)

...Debe ser paja ser un ave, podríamos evadir los problemas sólo con dejar deslizar nuestras alas sobre el viento, nunca mirando abajo...siempre hacia las nubes...

jueves, 23 de septiembre de 2010

Claroscuro de emociones




Empiezo a escribir a las 12:10 am, me han sucedido ciertas cosas curiosas éstos últimos días, nuevas experiencias, nuevas sensaciones, nuevas cosas de las cuales me doy cuenta.

Hace algunos días Diana y yo nos peleamos con Lorena por un malentendido de los tres, en parte los tres tuvimos la culpa, a mi parecer. Habíamos acordado encontrarnos en el centro cultural España un día, después de estar pintando al aire libre en un parque que queda cerca, a la espalda del taller; cómo Lorena va a todos sitios con bicicleta, en el micro sólo fuimos Diana y yo para el centro cultural. Nos despedimos de ella en el parque, aunque inicialmente ella me había dado a entender que podría llevarme atrás en su bici cómo anteriormente, al ver que Dianita se iría sola y en micro, decidí mejor ir con Diana.

Luego de despedirnos de Lorena en el parque, Diana y yo buscamos un lugar para botar los cartones que habíamos usado cómo un improvisado tapete aquel día, ya que había llovido toda la mañana e iba a ser cagón sentarnos en el grass todo mojado, quisimos dejarlo en el contenedor de uno de las casas aledañas, pero cómo el vigilante estaba que nos miraba decidimos no hacerlo. Entre risas buscábamos un lugar caleta para dejar nuestra basura, siempre y cuando el lugar sea un contenedor, no queríamos dejar la basura tirada por ahí nomás. Después de un breve caminar encontramos un contenedor a las afueras de una bodega, ella me dijo que lo pusiera yo ya que le daba roche, y de hecho también me daba a mí ya que había un tipo fuera de la bodega que me estaba viendo, pero yo normal, cómo si no pasara nada dejé los cartones en la bodega, sin roche ni nada jaja, y de hecho nadie me recriminó por nada. Luego de eso nos fuimos hasta el paradero y tomamos el micro.

El camino fue largo, en el transcurso estuvimos hablando bastante; esta chica, Diana, es bastante habladora, super, diría yo, aquello no me incomoda en lo absoluto, siempre tiene algo que contar, se ve que cualquier cosa que se le ocurre lo comenta, por más irrelevante que sea lo que diga jaja, aquella actitud suya me parece paja, siempre hace las conversas muy amenas, con ella casi ni hay silencios incómodos, a diferencia de con Lorena.

En el carro estuvimos hablando acerca de los centros culturales que anteriormente ella había visitado, que uno de sus favoritos era el CAFAE, que quedaba también por la Arequipa (Aquel día curiosamente siempre confundía Centro cultural España con CAFAE, al hablar), también me contaba de los profesores que tenía cuando estudiaba en la pre Bellas Artes, también sobre los amigos que conoció allí y que ya ingresaron. En un momento le comenté mis miedos, los miedos que tenía sobre mi futuro, el terror que me acusaba el sentir que no avanzaba nada, que no había aprendido nada, a lo que ella respondía que me entendía y que en cierta forma también se sentía igual.

También comentamos la…extraña actitud de Lorena, últimamente se comportaba algo…¿Extraño?, cómo que era un tanto más distante últimamente, de hecho ha estado muy callada desde después de lo de Pachacamac, a veces siento que me habla menos por alguna razón, no sé si sean ideas mías…Lo comentamos, y de hecho Diana también se dio cuenta, ella me dijo que posiblemente sea por lo de los estudios, yo comenté que posiblemente era eso.
Al llegar al centro cultural no vimos a Lorena por ningún lado, mientras pensamos en esperarla decidimos checar un toque la exposición que se estaba dando; la muestra se llamaba MASH UP, según lo que pude entender, muestra cómo dos obras diferentes, de dos artistas diferentes con estilos muy distintos pueden complementarse y formar una nueva obra totalmente distinta y nuevo punto de vista, expresivamente hablando. Vi ciertos trabajos extraños, especialmente un par, que de hecho si los hubiera visto Lorena le habrían causado repugnancia. En el suelo yacía una especie de servatillo muerto, disecado, y encima de aquel, cubriéndole a medias el cuerpo, muchos retazos de cerámica de forma rectangular, a un costado de aquella “obra” había otra que estaba sobre un pedestal, otro cervatillo color negro, parado, con el cuerpo desgarrado pude observar.

También habían muestras fotográficas muy interesantes. En cierto momento nos metimos ambos a una especie de sala de Proyecciones, cuando entramos estaban dando los créditos de algún cortometraje que habrían pasado, y empezó otro, trataba acerca de la vida de las clases marginales en el centro de Lima, pude ver cómo el chico entrevistaba a un vendedor ambulante, a una empleada de la limpieza municipal, hasta a tres prostituta travesti, cuando habló acerca de la vida nocturna, mientras veíamos en el video cómo las prostitutas caminaban por las calles, Diana me comentaba que también había visto de todo en la noche por el centro, yo le contesté- -Sí, ya me imagino que cosas habrás visto jajaja- Fue paja, nada más estábamos los dos solos, y no había asientos jaja, estábamos botados en el suelo viendo la proyección.

Después de eso salimos de nuevo, aún preguntándonos por qué Lorena no llegaría. Caminamos un rato por el parque de la Plaza España y nos sentamos en unas gradas, ella me contaba sobre su “gordito”: su enamorado que vive en España, me pidió que no comentara nada a Cora ni a Lorena. También me comentó su planes para mediados de Octubre, me dijo que tenía pensado irse de campamento con unos amigos a las playas de Máncora, y me dijo si quería ir, pues hasta podríamos llevar caballetes móviles de Cora para poder hacer pinturas en plena playa, yo le dije que bravazo, que normal me avisará. Aquella idea nos entusiasmó bastante. Después de un buen rato, le envió un mensaje de texto a Lorena. Al no respondernos, decidimos llamarla a un teléfono público, cuando Diana por fin le habló, Lorena dijo que ya estaba en su jato pues se fue al ver que no le dejaban entrar sin DNI, Diana se amargó mucho, y le gritó por teléfono, cuando me pasó el fono a mí, le pregunté que qué había sido, ella trató de explicarme, pero se nos acabó el crédito. Simplemente nos regresamos a casa. Yo regresé algo…confundido, quería saber qué realmente había pasado.

Al cabo de un rato, ya en casa, recibo un mensaje de Lorena explicándome que ella había ido al centro cultural, y al llegar pensó que nosotros ya estábamos dentro, al ver que no tenía DNI, decidió regresarse a su casa, pero cuando nos quiso avisar por celular se dio cuenta que no tenía batería, así que no nos pudo hacer saber nada, el tono de su mensaje era un tanto amargo, pero al final nos pidió disculpas. Después de eso le envié un mensaje diciéndole que no se preocupara, y que, al menos en mi caso, si lo tomaba cómo un mal entendido, y que todo ya había pasado.

Al día siguiente fue un tanto rochoso, le abrí la puerta cuando tocó el timbre, estaba con su bici, al verme me saludó con una sonrisa incómoda, pero no le comenté nada de nada sobre lo ocurrido. Después llegó Diana y todo fue más rochoso aún, pero yo me sentía normal. Al final de las clases, Diana, antes de irse, habló con Lorena para aclarar las cosas. Luego de que Dianita se fuera, Lorena y yo fuimos al parque a pintar. Al igual que Diana, también aclaré las cosas con ella, aunque ella me decía que fuese cómo fuese, seguiría arrochada el resto del día. Al sentarnos en el pasto, estuvimos hablando un buen rato sobre el libro nuevo que se había comprado, sobre los gatos, sobre los miedos, también me recomendó un libro que ella llevaba consigo. Después de eso empezamos con la pintura. Estábamos sentados, cada uno por su lado, a veces comentabamos algo o hablábamos, a veces la gente se paraba a mirar, a preguntar, algunas otras, niñitos se acercaban a curiosear, era muy paja, aunque Lorena no parecía disfrutar de la compañía de otras personas, en cierto modo era bastante seca con los demás, aunque igualmente Diana lo era la vez pasada que pintamos los tres. En cierto rato llegaron dos niñitos, un niñito de unos ocho años, que ya conocía del primer día, y una niñita más pequeña con él, tendría sus cuatro o cinco años. Era su hermanita, sólo me acuerdo del nombre de ella, se llamaba Emma.

Era muy gracioso, las cosas que decían, especialmente la niña más pequeñita, me encantaba su sinceridad, la manera en que salían sus palabras, tan diáfanas palabras, tan límpidas…cuando se ponían a jugar a veces, veía la creatividad en ellos, me daba cuenta que tenía mucho más que lo que podríamos tener Lorena y yo juntos. A veces le hacía preguntas a Emma, preguntas aparentemente “tontas”, cuando las hacía Lorena me miraba un tanto extraño, por las preguntas y por ver cómo consentía en hacer caso a las “sonseras” de los niños. A veces la niñita me decía que cierta parte de mi cuadro estaba fea jajaja, y yo le decía -¿Qué si, Emma? Pucha…pero ¿Cuál parte?- y ella me señalaba con su dedo, y me decía que era porque no había dibujado a una de las palomitas que habían por allí, yo le decía de qué color querría que dibujase la palomita, y ella me dijo que quería que dibujase una palomita durmiendo en una cama, y yo…wow, osea me parecía paja las cosas que ella se inventaba, cosas que a mí jamás se me hubiesen ocurrido, cuando me hablaba yo respondía con total naturalidad, respondía de igual a igual, cómo si se tratase de un adulto, trataba de no mostrar una actitud de superioridad , intelectualmente hablando, con ellos. En cierto momento le pregunte a Emma si le gustaban las jirafas, ella me dijo que si y me comentaba la vez que había visto alguna en el Parque de las Leyendas, las describían como esos animales de “Cuellootes” y manchitas.

En cierto punto mientras jugaba con su hermano, ella saco una “pajita” de mis cabellos, y se puso a jugar con ella, cuando se le perdió, intentó buscar otra entre mis cabellos, me pareció gracioso ya que veía yo que ella se me acercaba y tocaba con tanta naturalidad y sin vergüenza alguna de lo que yo podría decir, era genial, la niñita me apretujaba y revolvía los cabellos pero yo en ese momento estaba completamente calmado, era Lorena quien parecía no soportar cuando los niños se le acercaban jaja.

Después de un buen rato Lorena me dijo que ya tenía hambre y que mejor se quitaba a su casa, yo entre bromas le decía que no se vaya, que no me “abandonara”, aunque de hecho en realidad no quería que se fuese, y hasta le dije para ir a comer por allí, pero ella dijo que cómo a mi ya me debía, no quería deberme más, talvez fue un error mío ya que ella en el poco tiempo que nos conocemos me ha hecho varios favores y hasta invitado y yo…pues, no le he correspondido con nada y perdí ésta oportunidad. Luego de un toque de charlar entre las veces que me repetía “Ya me voy” y yo le respondía“¿En serio te quitas…?” -Juan Manuel ¿Cómo podría bromear cuando digo que me voy?- decía mientras reía Lorena. En cierto momento nos quedamos en silencio mientras nos mirábamos, cómo en muchas otras ocasiones antes, y terminamos riéndonos de la situación. Luego de eso Lorena se quitó, y me quedé sólo en el parque.

Seguí pintando, hacía frío, mucho. La luz del sol parecía titilar entre las nubes y los colores que reflejaban las superficies de los objetos parecían cambiar bruscamente oscilando entre tonos cálidos y melancólicos. A mi mente sólo se vienen reflejos de un ambiente muy gris, con niebla azulada, y los verdes ennegrecidos, verdes muy intensos pero muy apagados, casi azules. Recuerdo que en cierto momento se me acercó un señor, preguntando si hacía murales a gran escala, y si los hacía cuanto cobraba, pero respondí con una negativa, comentándole que estaba estudiando y no disponía de tiempo, por el contrario le di la dirección del taller de Cora. Era exactamente una tercera oportunidad de trabajo que se me presentaba, la primera fue en Pachacámac, uno de los chicos que cargaban mercancía para la tienda de los camiones, me pidió un trabajo, pero respondí igual. Otro día en el cual estábamos Diana, Lorena y yo, en el parque, se me acerca una señora y me pregunta si podría enseñar a su hijo, pero respondí igual y sólo di la dirección de Cora.

Pasado un rato, sentía ciertos pasos que se asentaban en la hierba y se acercaban por detrás mío, y sentía que luego de un rato se alejaban, supongo que sería gente curiosa, era un tanto parecido la situación a la de otros días, excepto que en ésta ocasión estaba solo y era más rochoso, pero cómo me dijo Lorena antes de irse, debo irme acostumbrando pues será mi chamba, aunque ella admite que odia trabajar al aire libre, yo he descubierto en éstos dos días de estar yendo sólo a pintar en el parque, que adoro hacerlo.

Recuerdo que tres heladeros también se me acercaron a preguntar, vestían uniformes rojos, pero no le vi a ninguno la cara, posiblemente eran heladeros Lamborghini, estuvieron un toque y se fueron. Así transcurrieron las horas, y tan sumergido estuve en el trabajo que ni siquiera comí, hasta que llegaron las seis y tantos de la tarde, y del colegio empezaron a salir un huevo de chibolos. De igual manera se acercaban, miraban, comentaban cosas cómo “Ala, mira. Qué bacán” “Igualito…” “Oye pregúntale si va a venir mañana”, “No, pregúntale tú”, “¡No!,¡Tu!” y webadas por el estilo jajaja, cómo si yo no existiese y estuviera sordo. Algunos de ellos me preguntaban cosas, uno de ellos era un chico bien tranquilo, que tenía un primo recontra abusivo, era de los típicos matoncitos del salón que se las dan de bacanes, nada más de escucharlo me cayó recontra mal. A mi izquierda escuchaba la vocecita de una niña que me preguntaba cosas sobre la pintura, a lo que yo respondía lo más amenamente posible.

Cuando empezó a disminuir la luz, decidí recoger mis cosas, cuando me di cuenta la única que quedaba era aquella niña, tendría unos once o doce años de edad, parecía muy interesada en lo que estaba haciendo, me comentó que me había visto otros días con mis amigas, y que le gustaba mucho nuestras pinturas, y que le gustaría pintar igual. Me preguntó si iría al día siguiente, “Sí, normal vengo. Tengo que terminar ésta pintura si o sí” le respondí. Cuando nos despedimos me dijo -Chau, cuídate, ¡Y almuerza!- entre risas, pues sabía que no había comido nada.

Aquel día regresé satisfecho a casa.

Al día siguiente mientras me dirigía al taller de Cora me llama mi amiga Diana diciéndome que no habría clases, entre lo que hablamos se le acabó el saldo. Pero no iba a ir por gusto, así que me dirigí de frente al parque. Cuando me ubiqué, divise a lo lejos a la niña del día anterior, me saludó desde lejos, y me dijo que si me quedaría hasta la noche también a lo que le respondí que sí. Se quedo un rato conversando conmigo, me contó que no vivía con sus padres, sino con su tía; la pequeña se llamaba Miriam, y tenía once años, era una pequeña de piel trigueña, ojos grandes, y cabello castaño. Me dijo que quería salir a pintar un día al parque y que yo le enseñara, yo le dije que normal, que un día que vaya yo, o en le mejor de los casos vayamos los tres, ella se nos podría unir. Cuando le dije eso se puso muy animada. Le enseñé una de mis pinturas, era la pintura de un turtupilín. Una pintura que pensaba regalar a Lorena en agradecimiento de lo de Pachacamac, pero ahora se lo daré en su cumple que es en Octubre, a la niña le encantó y me dijo que de hecho le iba gustar a mi amiga. También le enseñé las demás que había hecho en la bitácora.

Luego de un rato vinieron los mismos patas del otro día, y el mismo niño pesado y abusivo. Cuando sonó el timbre del colegio ella se despidió, y entró a clases, los demás niños también se quitaron. Nuevamente solo, seguí pintando durante varias horas, en total pinté durante unas seis horas y tantos.

Recuerdo que se me acercó un señor preguntándome si podría hacerle un retrato, pero mi respuesta fue igual a las anteriores, el señor se quedo mirando lo que estaba pintando. En ciertos momentos se me acercaban niñitos, cuyas madres miraban a lo lejos, de pronto me vi rodeado de un grupo de niñitos de pre-escolar, curioseando lo que hacía y comentando, y haciendo juicio de mi pintura con sus tan creativas expresiones.

En un momento, cuando estaba “almorzando” (Dos cuates y un Cifrut, vaya almuerzo…), me di cuenta que un chico se me acerco, y se puso detrás de mí, observando cómo comía, cuando me percaté, nos miramos un toque, y luego volteé un poco avergonzado, el chico estaba mirándome mientras estaba acostado en un árbol, detrás de mí, no lo volví a mirar aunque sentía su mirada por la nuca, hasta me ponía nervioso y comía rápido por ratos, pero me controlaba. Él espero hasta que terminara de comer y volviera a pintar, cuando me di cuenta seguía ahí, yo pensé que se había ido y se había cansado de esperar ja, pero no, seguía allí. No sé en que momento después de mucho tiempo, se quitó, me di cuenta, cuando otro grupo de niños se había puesto a mirar lo que hacía.

Aquella tarde conocí a dos niñas más, de la edad de Miriam, se me acercaban a cada rato preguntando y haciendo bromas, en cierto momento cuando a una de ellas le enseñé la pintura del Turtupilín, me dijo “Ohh que lindo. Gracias” e hizo la pantomima de que se lo llevaba mientras reía, y yo correspondía a sus risas. Me hicieron “prometer” que les haría un retrato y que ellas serían mis modelos, con la condición que les regalase luego las pinturas.

Llegó la noche y los niños salían del colegio, se acercaron de nuevo más niños, entre ellos Miriam, los niños veían sorprendidos cómo ella me tenía confianza, cómo si ya me conociera de tiempo, me causaba gracia ello, y creo que a ella también pues la ponía en otra posición en relación a sus otros compañeros. Conversamos un toque, hasta que consideré que ya no había suficiente luz, y aparentemente “terminé” el cuadro, pero aún quisiera darle algunos pequeños detalles mínimos. Miriam me ayudóa recoger los materiales y me preguntó si regresaría, yo le dije que si regresaba al parque podría acercarse normal. Las otras niñas también parecían entusiasmadas por la idea de que volviese a pintar. Y así después de recoger mis cosas y levantar el cuadro me despedí de aquel tumulto de niños, y me enrumbé a casa.

Cabe resaltar que aquel día aunque estuve bastante tranquilo, por momentos me ponía ansioso, en parte creo que es porque he dejado de tomar las Paroxetinas, pues la caja de pastillas se acabó, por momentos realmente me sentía nervioso, pero no es nada que no pueda controlar…
Ahora cuando recuerdo las pinturas de Van Gogh en el Borinage, el el Auvers-Sur-Oise, en la casa amarilla, me pongo a pensar en todas las vivencias, todas las personas, todos los recuerdos que guardan secretamente cada una de sus pinturas…nosotros vemos sólo las pinturas, pero me atrevo a decir que Él, y de hecho todos los pintores, ve algo más en ellas. Yo al ver esa pintura, recuerdo a la gente, al parque, a Lorena y a Diana, a los niños, a la lluvia, al frío, todo…

Incluso recordaré la etapa que por ahora pasa mi familia, hace unos días internaron nuevamente a mi abuelo, la decisión ya es definitiva, le amputaran la pierna izquierda para que la gangrena no se extienda hasta la parte superior de la pierna. Él actualmente, según me cuenta mi tía, está bastante deprimido, pero está decidido, y es conciente de que las cosas serán mejor así, ya no sentirá aquel insoportable dolor, ya no tendrá riesgo de infección, ni ninguna de esas cosas que anteriormente nos preocupaba. El ya se resigno por esa parte, y es bueno. Con mi familia le hemos hablado acerca del cambio a mejor que traerá ésta operación. Parece que acogió positivamente la idea de reemplazar su pierna por otra ortopédica, hará su vida normalmente de hecho, con ella. Aunque de todas formas, el que te despojen de uno de tus miembros, debe ser una sensación bastante…triste.

Confío en que las cosas saldrán bien, en que la operación sea exitosa. Espero que las cosas vayan bien para mí también…

Juego de Naipes




Mini-Reproducción de "Jugadores de Naipes" de Paul Cézanne, en tonos azules.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Días con la chica cocodrilo II

El miércoles nos encontramos igualmente en la Plaza de Barranco, ella se tardó un tanto, en lo que la esperaba ví…ciertas cosas extrañas cómo por ejemplo un tipo viejo que corría en paños menores por la plaza balbuceando cosas que no entendía, también vi a un tipo con un perro que aparentemente se “burló” de mí o me sonreía de manera extraña, vi también más tipos hippies a lo lejos de la plaza. Cómo Lorena no llegaba decidí dar vueltas por la plaza y checar, no vi demasiado, había poca gente, algunos sentados en bancas leyendo periódico, había una chica encima de una especie de gradas en otro lugar y un grupo de viejos hablando reunidos en cierta banca. Al cabo de un rato Lorena llegó, disculpándose, me dijo que debíamos ir hasta la oficina de GEA para que nos recoja su hermano. Fuimos caminando, también hablábamos de los planes de aquel día, de que teníamos que terminar ese miércoles sí o sí. En lo que caminábamos de repente ella se detuvo y empezó a arrancar unos afiches del circo de “La Tarumba”, lo hacía porque aquel empezó a usar caballos para sus espectáculo cosa que realmente nos jode en demasía, así que también le “ayudé” a quitar algunos, me contaba que hace poco también lo había hecho y que sentía roche jaja, la gente la miraba raro y preguntaba, pero ella lo hacía por ellos, por los animales, y me pareció paja su iniciativa , pues aunque uno no logre cambiar todo por lo menos ayuda haciendo pequeñas cosas.

Llegamos a las oficinas, todo era muy formal allí dentro, una secretaria muy bien vestida estaba en el vestíbulo, los señores que pasaban por allí también se veían todos formales. Lorena me hizo hablar con la secretaria, ésta me explicó algunos puntos sobre los proyectos de GEA. Al cabo de un rato llego Ernesto, su hermano. Era un tipo algo llenito, con barba, bastante blanco. Al llegar Lorena nos presentó y nos saludamos. Luego lo esperamos un rato en el jardín, ella leía un libro sobre filosofía y yo escuchaba música. En cierto momento le pasé los audífonos para que escuchara una canción de “Los Holys” la de “High Chaparral” que era una que ella solí silbar cuando trabajábamos en el mural, me he dado cuenta que ella gusta mucho de silbar, lo hace bastante seguido. Le causó gracia reconocer la canción y sonrió.

Luego bajo su hermano y subimos todos a la camioneta, condujo un amigo de su hermano, que no conocía Lorena, de hecho. Su hermano y el conductor fueron a delante, ella y yo atrás. A partir de allí el viaje estuvo normal, nos mantuvimos escuchando la radio todo el rato, era un programa en el cual hablaban sobre si la estatura del hombre influencia en los sentimientos que pueda tener una mujer por él, decían en verdad cosas que me causaban mucha gracia. Hice algunos apuntes mientras viajaba en el carro, dibujos de ciertas cosas que veía en el viaje. Llegamos hasta una gasolinera, Lorena y su hermano bajaron, compraron Pringles, galletas y a mí me invitaron un Free Tea. Hacía años que no comía Pringles le comenté a ella.

Apenas llegamos a la iglesia nos pusimos a trabajar, en ésta ocasión tratamos de trabajar a toda velocidad. Entre lo que trabajamos ella me conversó del chico que había hecho el mural de Santa Rosa, el chico aquel era su ex, ella me contó que nunca antes en su vida había estado con alguien que le caía mal, pues el chico realmente le caía mal y decía estupideces según ella, y ella sólo reía por corresponder, pero por nada más y así en un momento ella le dijo que no podría seguir engañándolo y terminaron.

Cuando Lorena estuvo haciendo ciertas nubes entre la Santa Rosa, me di cuenta que borró la firma del chico ese, cuando ella se percató de ello los dos partimos en carcajadas, ella me dijo “Noo, pero no iba a dejar un cuadradito sólo para su nombre pues” y yo en broma le dije “Yaa, sí, pues te creo”, jaja fue muy gracioso eso.

Siempre es motivo de conversación sus deseos de viajar a Cuzco y estudiar allá, sus deseos de alejarse de la capital un buen tiempo, sus deseos de vida bohemia que ella desearía tener, muchas cosas que ellas aspira también son las mías, me gustaría tener la decisión y libertad de esa chica, le tengo una sana envidia.

En cierto momento le pregunte si se había dado cuenta de que yo no podía pronunciar la erre y ella me dijo “Ah, si, si me di cuenta”, me lo dijo todo normal, y de ahí en broma me dijo que pronunciara ferrocarril, yo intenté hacer el trabalenguas completo y cuando terminé me dijo “Oye ¿Exageraste no?” y yo jajaja le dije “ Pucha ¿En serio? Ala no seas mala”, fue una situación bastante graciosa.

En cierto momento mientras ella silbaba empecé a querer y imitarla, ella me decí que le daba roche silbar a dueto jaja, ella silbaba ciertas canciones de The Beatles, otras veces unas canciones de salsa. AL principio me daba un tanto de roche hacerlo, luego empecé a ganar confianza. De pronto le pregunté si ella cantaba y me dijo que las únicas veces que canto en público fue un desastre jaja. Y así de la nada me atreví a cantar “Let it be” de The Beatles, quitándome el roche, ella me dijo “¡Ala!, lo bueno es que sabes cantar en ingles, yo no puedo”, cómo le había dicho que la gente decía que mi voz era una mierda ella me dijo “Oye si alguien te ha dicho que tienes mala voz, te ha mentido” yo lo tomé cómo un cumplido y simplemente le dije “Ya, ya gracias, miénteme”, yo sé que mi voz es una mierda ja, pero me gustó el simple hecho de que tratara de hacer sentirme bien, nunca nadie me había dicho que le gustaba mi voz, luego cómo jodiendo yo le dije que sus silbidos me relajaban.

EN el almuerzo me fue muy bien con su hermano, el me contaba las cosas que hacía GEA, cómo nació la fundación, sus miras, sus propósitos y futuros proyecto. Vi interesante el hecho de que se preocuparan por las personas que tiene menos oportunidades de sobresalir, que les proporcionen medios para que puedan superarse, que mediante proyectos cómo éstos el autoestima colectivo pueda elevarse y que sienten que verdaderamente importan.

Cuando terminamos por fin ya bastante tarde, nos quedamos un toque a tomar lonche en la tienda. La movilidad ésta vez iba a salir tarde. Ya se había hecho bastante oscuro, y llegaron unos tipos en un carro, también creo eran de GEA. Un tipo bastante simpático llegó a la parroquia y me felicitó por el trabajo, y bromeo con que faltaban el perro, el gato y el ratón, yo lo tomé con gracia. De pronto Lorena y yo nos sentamos en una pequeña pendiente, me dijo que estaba algo deprimida, y yo le dije que de hecho también yo, y es que era porque dejábamos el lugar, porque era de noche, también sentía esa depresión de que algo se acababa, creo más aún yo que difícilmente vuelva al lugar.

Yo le pregunté a ella –Entonces Lorena…¿Misión cumplida?- y ella me dijo –Sí, creo que sí. Misión cumplida- al final realmente logramos dejar el San Martín bastante aceptable para la fiesta del fin de semana. Un amigo de su hermano nos invitó cigarros Hamilton a todos, ya hacía tiempo que no fumaba nada, y sentí algo extraño retomarlo.
Afuera de la tienda empezamos a darle de comer a los perros con unos panes que ella tenía en la bolsa, habían cómo cinco perros a nuestro alrededor. Era bien graciosa la escena, jaja, dos tipos fumones alimentando a cinco perritos. Cuando estuvimos sentados en una roca ella me enseñó un “técnica” para enrollar las envolturas de las golosinas que compremos, cómo habíamos comprado unos Doritos, lo hicimos con esas bolsas, en aquel momento me sentía muy relajado, la oscuridad, el viento, la lejana iluminación, el ambiente alegre de los otros chicos. Cuando me alejé de Lorena me puse a pensar…me sentía cómo un extraño y realmente me pregunte si las cosas deberían ser cómo estaban sucediendo.

Al cabo de una hora aproximadamente llegó la camioneta, y subimos todos apretujados en ella, un tipo, Lorena y yo atrás. Su hermano conduciendo, y otro tipo también adelante. Lorena que estaba a mi costado se quedó dormida rápidamente, yo también estaba muy agotado…de repente estaba en una camioneta, con una chica que había conocido hace algunas semanas y con la cual me había ganado bastante confianza y con tres chicos que hacían bromas y chongo en el camino y en el medio estaba yo…en aquel entonces…me quedé anonadado, en cierto momento realmente me puse a dudar si lo que me sucedía realmente estaba pasando, a pesar de que no me iba de puta madre, estaba en un ambiente que no he estado desde hace muchísimo tiempo, era una sensación extraña, y nuevamente una parte de mí se aferraba a mi depresiva monotonía, y a volver a mi agujero, pero no había marcha atrás, estaba allí, allí, y aunque jamás en mi vida se vuelva a repetir la experiencia, lo viví…

Los chicos me dejaron en el metropolitano, desde allí volví a casa.

Estas últimas semanas han sido extrañas, muy extrañas…de pronto acepté una propuesta y toda mi vida dio un vuelco de trescientos sesenta grados, de pronto, de un día para otro todo cambió. Todo. Por un segundo al menos…sentí lo que era vivir, o al menos lo que se sentía vivir. Por primera vez sentí de nuevo que podía conseguir amistades. En cierto instante realmente me sentí capaz de decir las cosas sin vergüenza, de no tener miedo… La vida me ha absorbido tanto…que no he tenido tiempo ni para estar en mi habitación, excepto para dormir.

No sé que ocurra de aquí en adelante…espero…que las cosas vayan bien…










Días con la chica cocodrilo I

El Domingo pasado, aproximadamente a las 9:00 am Lorena y yo nos encontramos en la plaza de Barranco. Aquel día me levanté super temprano, no quería tener que dejar esperando a la movilidad y tampoco quería quedar mal con ella. A decir verdad nisiquiera tenía idea de cómo irme hasta Barranco, jaja, aunque tenía cierta vaga idea, mentalmente hice conexiones de líneas conocidas que recordaba que pasaban cerca de allí. Tomé la 505 en el paradero de los Quechuas hasta la Av. Arequipa, luego de allí tomé un taxi que fue por la vía expresa hasta Barranco, llegando a la susodicha plaza.

Por msn ella y yo acordamos encontrarnos cerca de una pileta con una estatua, cuando llegue ¡Habían muchas estatuas!, aunque el parque no era muy grande me sentía algo desubicado. La mañana era bastante fría, los tonos azules se dejaban acentuar en las superficies por la frígida iluminación solar, el el suelo de los senderos del parque eran de unos bastante gastados azulejos color bermellón, no habían muchos árboles, pero sí bastante pasto. Ví que habían algunos estante de tiendas bajo un toldo color blanco, con techo rosado, en cierto sector del parque, me acerqué para chequear entre lo que daban las nueve, vendían ropa media hipposa, hecha de lana alpaca, también accesorios cómo carteras, pulseras con motivos muy andinos.

Al lado del parque se podía observar una iglesia bastante grande color amarillo ocre, de un estilo muy paja, algunas personas pululaban cerca de la entrada de aquella. Cómo a Barranco se le conoce por su característica bohemia, se le llama el distrito de los artistas, pude comprobarlo al ver ciertos tipos con tubitos y lienzos que paseaban por el parque, también recuerdo ver a un tipo melenudo y con barba comprando pan jajaja, capaz era un músico o algo parecido.
Casi en el centro del parque había un edificio que decía “Biblioteca”, también de color amarillezco y marronuzco, en realidad no tengo idea de qué sería aquel lugar. Pregunté a uno de los señores de limpieza del parque por la susodicha pileta, ninguno me dio razón, pero no era motivo de preocupación, yo mismo la encontré. Cuando la hallé no estaba en funcionamiento, era cómo una especie de piscina y en el medio había una hermosa estatua color blanco de una mujer desnuda con una vasija en las manos, en pose de estar vaciando el agua en la pileta. Me senté en una de las bancas y al poco rato llegó Lorena. Nos saludamos y me dijo que la siguiera, estuvimos hablando un toque de lo que sería el día, me contó también de un lugar, al cual yo lo bauticé cómo “Oasis”, pues era una bella zona, con chacras, sembríos, naturaleza, que se encontraba literalmente en medio de la saturante ciudad. Me dijo que nos vendría venir a recoger su primo, y que iríamos primero a por las pinturas en cierto lugar de Pachacamac antes de nuestro destino final.

Hablábamos de lo paja que hubiese sido que Dianita viniera, pero ella me dijo que intentó llamarla a su celular pero que nunca contestaba. Al cabo de un rato su primo llegó, era un pata flaco, un tanto más alto que yo, de piel algo clara, pecoso, de ojos algo achinados y de cabellos castaños oscuros. Le saludé, el lo hizo en muy buena onda, de hecho me trato muy bien en todo el trayecto, me cayo chévere, porque más que nada también me incluía en las conversas que teníamos en el viaje. Así Lorena y yo nos pusimos en la parte de atrás y partimos. El viaje no fue muy largo, rápidamente pasamos de estar en la Lima urbana para pasar, a la Lima “campestre”.

Al principio más hablaban Lorena y su primo, comentaban acerca de su abuelo que había fallecido hace poco. Lorena me lo había comentado un día que fuimos a comprar materiales en “Lapiz López” por Metro. Me lo contó en cierto tono despreocupado y me dijo “Cuando te lo comente ¿Cómo que te asustaste? ¿No? No te preocupes” me dijo sonriente, me contó que a pesar de que sentía algo de pena por lo de su abuelo, no lo sentía tanto pues era su “abuelastro”, el padrastro de su madre y de hecho no fue muy buena persona con los de la familia, tanto que ninguno de sus hijos lo apoyo, únicamente la mamá de Lorena, fueron etapas difíciles, murió en un Asilo, aparentemente por negligencia de los cuidadores; ella y yo comentábamos lo triste que debe ser llegar a viejo, y ella me dijo riéndose “¡No! Yo antes me mato” en broma.

Pasamos por paisajes muy bonitos, a bastos sembríos y dunas a un lado de la carretera, enormes montañas al otro. Hicimos una parada en una gasolinera para recargar combustible y en esa parada hice un frustrado boceto de una de las “máquinas” que expenden combustible.

Mientras más nos alejábamos de la ciudad, el camino se hacía cada vez un tanto pesado, paso de ser asfalto a trocha pura, ja, era paja sentir cómo nos hacía saltar el carro por los baches; se sentía extraño, el pata que nos llevaba iba a una super velocidad, jaja creo que jamás viajé a tanta velocidad en auto. Cuando llegamos a cierto punto Lorena y su primo estaban algo confundidos por los senderos que debíamos tomar, así que se dispusieron a preguntar, la gente bastante buena onda nos daban las indicaciones que requeríamos hasta que llegamos a Quebrada Verde. Se llegaba por una subida, era un pueblito bastante chico, pero no tanto cómo Mal paso.

Al llegar por la pendiente había una especie de tranca que debía abrirse para dejar paso a los carros que transitaran por allí, nosotros sólo nos detuvimos antes de la tranca. Antes de llegar por el camino Lorena me enseñaba todas las obras que estuvo haciendo la organización, vi muchas casitas pintadas de verde con motivos de florcitas, enredaderitas y muchas cosas bastante bonitas. Ella participó junto con demás voluntarios amigos suyos y miembros de GEA en hacer aquellas cosas, en adornar los pueblos, para que la gente realmente sienta…que importa, y que no son un pueblo olvidado más.

De una pequeña casa salió un señor mayor y una señora que saludaron cálidamente a Lorena y le preguntaron por ciertas personas las cuales desconozco, ella les contó sobre los proyectos que íbamos a hacer en Mal Paso. Antes de sacar las pinturas, Lorena nos llevo a mi y a su primo a ver el lugar, en el centro había una especie de pequeña plazuela, con mosaicos por todos lados, aquello también fue trabajo de GEA, caminar sobre ellos se sentía tan bien, todo producto de manos voluntariosas de ayudar a la gente de aquel pueblo, una sensación genial.

Luego de aquello, el señor mayor nos abrió una especie de cuartito pequeño en donde tenían guardado las pinturas y pinceles, era una habitación pequeñísima, en el aire se sentía un olor a “guardado”, parecía que aquel cuarto no se había abierto en mucho tiempo, y efectivamente fue así pues Lorena incluso encontró una revista que había dejado hace muchísimo allí, también encontramos el cadáver de una palomita cosa que nos desagradó un tanto, especialmente a Ella. Entre las pinturas buscamos las que estaban en mejores condiciones, algunas incluso cómo estaban diluidas en agua se habían llegado a podrir, otras estaban muy secas, encontramos los primarios, algún morado, negro, un verde, y algunos pequeños frascos que también tenían latex. Luego de aquello nos despedimos y partimos nuevamente.

El camino a mal paso es bastante pesadito, muchos baches, mucha tierra, piedras,etc., en un punto llegamos a un sendero de un solo sentido de circulación y mientras doblábamos por una esquina, nos dimos cuenta que un camionzote venía justo en dirección a nosotros, fue cagón aquello, y pucha, tuvimos que retroceder y esperar que pase, totalmente cagón, al volver a retomar la ruta teníamos miedo de que de nuevo se aparezca otro camión jaja. Siguiendo el camino, llegamos a una pendiente bastante empinada la cual subimos y finalmente por fin llegamos. A lo lejos podía ver lo que Lorena me había comentado, una gran muralla (hecha por Cementos Perú) que rodeaba todo el cerro, y que contaminaba visualmente la hermosa vista del lugar, una estupidez realmente. Por ello muchos chicos a veces van y en esas paredes todas feas pintan, es una iniciativa de la cual se debe pasar la voz; en realidad ver esa enorme pared me entusiasmo bastante, ¡Es cómo un enorme lienzo de más de 100 km!

Llegamos de frente a la pequeña capilla, afuera tenía una rejas con motivos decorativos color blanco que conformaban el pórtico, por dentro habían unos cuantos asientos de madera, de esos largos que hay en las iglesias. También vi justo entrando a la capilla, dos de esas “cosas” en las que se ponen a los santos cuando los van a cargar para una procesión. Al fondo vi la pintura de Santa Rosa, con la parte inferior inacabada, en un lado de la división de la enorme pared del escenario, el otro lado de la pared estaba en blanco y es dónde se supone que debía pintar al San Martín.

Nos ordenamos, alistamos, ubicamos y empezamos a trabajar. Lorena se puso a hacer unas florecillas en la entrada de la iglesia, estaba achicharrándose la pobre, tanto que cuando entraba a la capilla a checar mi trabajo la veía más colorada de lo que ya jaja.
El primo de Lorena se estuvo en el carro descansando creo. Yo empecé haciendo las mediciones, trabajar a una escala tan grande…era un tanto extraño para mí, nunca jamás había pintado un retrato, ni un cuerpo humano, era algo que me tenía un poco ansioso y de hecho no se lo mencioné a Lorena cuando acepté la propuesta, simplemente lo acepté a lo loco, yo me dije “A lo que venga”, en serio me lancé sin saber realmente lo que podría suceder.

Hacer esas mediciones era recontra jodido, tenía que marcar con el graffito con ayuda de una suerte de regla (tabla de madera) las líneas de proporción, además de la incomodidad de sentir que en cualquier momento la escalera podría desestabilizarme y sacarme la mierda. Me tomo más o menos un par de horas, hasta que lo terminé. Cuando llegó el momento de pintar, improvisé una paleta con una de las tapas de pintura, puse los primarios más los neutros, subí la escalera y empecé. A eso de las tres y tantos ya tenía algo hecho el retrato, había empezado de frente a marcar los claros y oscuros, aunque Lorena me decía que primero pusiera una base de un solo color, cosa que debí haber hecho, pero normal, maso a esa hora el rostro del San Martín fue tomando forma y una parte de la túnica también.

Cuando llegó la hora de comer fuimos a una pequeña tienda que quedaba arriba de una pequeña colina, una señora muy amable nos invitó comida, mientras caminábamos observábamos los paisajes recontra pajas del lugar, cada cierto tiempo Lorena me señalaba los trabajos que algunos chicos habían dejado en el lugar, al lado de la tienda había una granja, habían muchas gallinas, y algunas vacas. También notamos curiosamente que las palomas de aquel lugar eran muchísimo más rechonchas de lo normal, ella me explicó que era porque se comían la comida de las gallinas y patos.
Algunos perritos se paseaban por doquier al igual que algunos gatitos. La tienda era bastante rústica y no tenía muchos productos, tenía dos mesitas, si no me equivoco, los tres nos sentamos en la del medio y almorzamos. Durante todo el almuerzo hablamos sobre la celebración que se iba a dar el domingo, las festividades que se iban a realizar.
Al servirnos la comida noté que la señora conocía bien a Lorena, pues únicamente le sirvió arroz con vegetales, nada de carnes.

Al finalizar regresamos a la capilla a trabajar un toque más, hasta que dieron las cinco de la tarde y algo. Dejamos las cosas en un rincón, cerramos la iglesia. Cuando quisimos ir al baño vi algo gracioso, en el baño de las mujeres decía “Mujeres” y en el que se supone que es de hombre decía “Gallos” jajaja, cuando Lorena vio que leí eso le dio mucha risa. Luego de aquello simplemente subimos a la camioneta y regresamos a Lima.

Al regresar, durante el trayecto nos quedamos dormidazos. Estábamos matados, en realidad ese tipo de trabajos cansa, pero aunque al final te quedas hecho mierda, quedas…satisfecho. Antes de que me quedara jato, en el camino, mientras observaba los paisajes y el campo…me puse a pensar, lo…extraño que sentía en ese momento, posiblemente nunca había pasado por algo a similar, todo era raro, no estaba acostumbrado a tener experiencias, antes mi mundo se limitaba a mi habitación…ahora apenas y tengo tiempo de estar en el, sentía una sensación de entre alegría y miedo. Aquel cambio realmente me sorprendía mucho, una parte de mí realmente no quería asimilar aquellos cambios, quería que todo se quedara tal y cómo yo estaba acostumbrado a vivir, pero estaba comprometido y debía ir los otros días, en cierto modo no había lugar para mis miedos, debía adaptarme si o sí, y así lo hice…o al menos eso pienso.

Su primo nos dejo cerca de la plaza de Barranco, ya en la noche. Estaba un tanto confundido, pues no sabía que micro tomarme, hasta que vi que uno decía Arequipa, me despedí de Lorena, subí y regresé a casa. Acordamos encontrarnos al día siguiente en el mismo lugar.

El segundo día salí algo tarde, realmente pensé que no llegaría a la hora acordada, estaba algo asustado, cuando llegué no vi a nadie en el lugar y yo -Pucha ¿Qué fue?-
Cuando de pronto escucho a alguien llamándome por detrás, era un pata que estaba junto a una camioneta gris, al principio cómo que me quede extrañado, hasta que me acerco y veo a Lorena en el otro asiento cagándose de risa, subí al carro y ella me dijo –Pasu, Juan Manuel te veías palteado, parecía que pensabas que te iban a secuestrar- y todos reímos.

El pata que manejaba era otro, Él pertenecía oficialmente a GEA, y su chamba era llevarnos hasta Pachacámac. El chico estaba que hacía muchas llamadas mientras manejaba, hasta acordó en encontrarse con un colega en ese instante, fuimos a un grifo y Lorena y el pata se bajaron para recoger algo. Luego de aquello el pata nos llevó a toda velocidad al “Oasis” que mencioné antes, realmente es un lugar increíble, de pronto todo es asfalto y cemento, doblas y te encuentras con esa belleza. En el camino ví que había una tienda de flores y macetas muy bonitas. Llegamos a un lugar, tenía un portón grande abierto, dentro habían ciertas…”esculturas” de animales, muchas vasijas también, todo hecho de arcilla. Recogimos varias macetas de arcilla que nos pasaba una señora, el pata, Lorena y yo ayudamos a cargarlas en el camión, también nos echaban una mano un par de niñitos que estaban allí. Luego de recoger aquel recado partimos a Mal Paso.

El viaje fue normal, prácticamente yo no hablaba nada, Lorena y el pata hablaban de cosas que no sabía, de gente que no conocía, de hechos en los cuales no había estado. No me sentía incómodo del todo, tampoco cómodo, pero era…soportable. Cada cierto tiempo comentaba algo no tan trascendental para no quedar cómo un sobrado. Ahora recuerdo, el pata se llamaba Gerald. Era un tipo medio alto, moreno de cabellos negros y lacios, cortos, de unos treinta y tantos años o quizá menos, era un tanto seco en su forma de tratar, pero Lorena bromeaba y se mataba de risa con él. A veces Lorena me hacía uno que otro comentario para que yo también pudiera participar, al parecer a veces ella se da cuenta cuando me siento…mal o incómodo, recuerdo que hace unos días los profesores Carrizales y Cora, estaban que gritoneaban por doquier desesperados porque se haga rápido el mural, en aquel momento me puse tenso…demasiado tenso, tanto que apenas y podía actuar, cuando entonces ella me dice –Oye Juan Manuel, tienes que calmarte, tienes que tranquilizarte. No hagas caso a las cosas que dicen los profes, pues la mayoría de veces, sólo repiten todo lo que dicen-, yo simplemente le decía que estaba bien, sólo un tanto ansioso y ella contestaba –Sí, tranquilízate y tienes que moverte, aquí siéntete cómo el papi y no dejes que nada te tumbe- jaja aquello me causo gracia, pero me tranquilizó en cierto modo.

Cuando llegamos a Mal Paso, nos pusimos a chambear casi al toque, nos recibieron unos señores mayores, que nos saludaron muy amablemente. Recogimos nuestras cosas del rincón y al toque empezamos a trabajar. En cierto momento cuando Lorena acabo de hacer las flores de la parte de abajo, quiso intentar hacer las que se supone deben estar por arriba de la enorme puerta pero, pucha, le dio miedo jajaja, y decidimos dejarlo allí, aunque yo me ofrecí a hacerlas al final no nos dio tiempo y quedó así nomás. Hablando de sus miedos…ella me contó que tenía temor a las alturas y también otro “curioso” temor, temor a la oscuridad, me contaba que cuando dormía no podía hacerlo con las luces apagadas totalmente, que ella tenía que dejar la tele prendida y activar el apagado automático hasta que se durmiera, cuando le pregunte -¿Y que pasa si se apaga antes?- me dijo –Sí, mierda, me ha pasado y me he cagado de miedo- y yo –Jajaja-

Luego de terminar las flores, ella entró a la capilla y se puso a ayudarme. Hablamos de muchísimas cosas, durante las casi ocho horas que trabajamos allí. Ella ocasionalmente pone énfasis en decir que es una chica apática y fría, y que siempre se comporta de manera huraña con sus amistades, yo la verdad nunca entiendo cuando alguien me comenta que es así, no sé, me causa gracia, ja, o no entiendo, ósea si quieren ver a alguien REALMENTE huraño y apático, mírenme a mí, yo soy a la antipatía por excelencia, a ella no le veo nada de antipática, ni nada de lo que dice, a mi me parece una persona muy agradable e interesante, muchas veces he conocido gente que resalta el hecho de que son “huraños” pero realmente…creo que no saben lo que es ser huraño.

Me contó sobre el chico que hizo el mural, me dijo que era una persona bastante chévere cómo amigo, cómo pata, pero era muy…egocéntrico, era una persona que se en cierto modo se creía demasiado, y cuando por ejemplo ellos dos estuvieron haciendo el mural, el pata la trataba a ella cómo su “ayudante” más que cómo su compañera. Osea el pata estaba con la idea de que esa era “su” obra y no de ambos, aquel pensamiento le jodería a cualquiera. Ella me contaba que el tipo era muy buen pintor, que era de los que “nacen” con eso, pero que se le habían subido tanto los humos que sólo buscaba hacerse reconocido y ganar dinero con el arte. En parte por esa razón dejo abandonado el proyecto, pues vio que prácticamente nadie vería su obra, y no iba a recibir remuneración alguna, aquella actitud que me contaba me jodía, no puedo creer cómo un tipo puede poner por sobre el arte sólo el hecho de vender, de verlo todo billete. Aunque lo había dejado sin terminar, dejo su firma al lado de Santa Rosa, jaja, en broma yo le dije a Lorena – Vamos a borrarlo ¡Ah!- y ella respondió –No jajaja no soy tan mala-

Me contó también sobre un tal Raúl, un chico que era super inteligente y el cuál ella admiraba mucho, me contaba que el pata tenía un familia super numerosa y que toda aquella podía llenar la quinta de donde vivía. El pata según ella era bien bueno, y bastante culto, pero muy solitario, cosa que en cierto modo no iba con ella, aparentemente se pelearon y no se volvieron a ver desde entonces, pero ella me dice que algún día le volverá a ver y que cuando se encuentren…será muy extraño.

También me contó el por qué del nombre “extraño” de su cuenta de face, yo le dije – Así que Carlos Augusto Cocodrilo Cocodrilo- entonces ella rió, y me explicó. En realidad se llama Carlos Alberto, fue un borracho que encontró ella y una amiga suya en el parque El Olivar, el tipo estaba pasadazo y apenas podía caminar, entonces las dos por piedad intentaron llevarlo a su casa, pero el tipo se rehusó, en cambio les contó toda su vida, sus desgracias, sus hijos que ni se preocupaban por él, etc. Creo que el tipo es conocido por ese lugar, pero Lorena nunca le había prestado atención hasta ese entonces, y en honor al tipo le puso ese nombre a su face jajaja.
Lo de Cocodrilo Cocodrilo, es por un amigo suyo que le alguna vez le dijo que debe empezar a ser una chica con iniciativa, un amigo que le daba ánimos y la apoyaba le dijo: “Tienes que empezar a ser una chica Cocodrilo.” (Por la canción de Hombres G)

Me comentó que tenía una mejor amiga que también se llamaba Lorena, y en cierto modo, yo ya lo sabía pues chequé el face de la chica y vi que tenía un blog, yo le comenté cosas sobre su amiga que yo ya sabía cómo en forma de joder, por ejemplo recuerdo que en una entrada ella puso algo sobre Daniel F, entonces le pregunté “¿Y a ella le gusta Daniel F” y ella “¿Qué?”, yo le respondí “No nada”, ella rió y me dijo “Jajaja que raro eres, ¿Se supone que debí entenderlo?”, en ese momento sentí extraño de nuevo cómo que hacía cosas poco usuales o cosas que normalmente ella no ve a otros que hacen y por enésima vez se convirtió en alguien más que me denominó con aquella palabra: “raro”.

Mientras íbamos a almorzar vimos un pajarillo color rojo, me comentó que habían muchos de esos por esa zona de Lima. Yo recuerdo a esos pajarillos, muchas veces los he visto en mi jardín, cerca de mi planta de “choclitos”. Mientras almorzábamos hablábamos sobre el lugar, lo hermoso que sería pintar allí, si ojalá pudiéramos volver y hasta traer a Diana. A ella le gusta mucho alimentar a las aves, gatos o perros que pasen por allí, puedo notar que es bastante sensible en ese aspecto. Aquel día le conté sobre princesa, de cómo la encontró Mario, cómo la cuide desde pequeña y cómo me acompañó durante tantos meses y cómo creció mi cariño hacia ella, tanto que cuando murió me costo demasiado asimilarlo, ella quedo sorprendida de la manera en que se lo contaba…y lo entiendo, pues yo siempre parezco una persona frígida, de piedra, sin sentimientos. Por ello ella me comentó – Wow, me parece increíble la historia de princesa osea que Juan Manuel tenía su corazoncito-
También le comenté que estaba agradecido…o se lo comenté implícitamente, pero sé que lo entendió, agradecido por haberme dado la oportunidad de tener esa experiencia, de salir de Lima, de poder ayudar, de sentir que hago algo y que valgo por aquello. En un momento le dije -¿Recuerdas cuando te dije que hace tiempo tenía cierta actitud misantrópica? Pues estas cosas que me están pasando, estas experiencias que estoy viviendo, estos lugares a los que me estas llevando, realmente me demuestran que si hay personas buenas- cuando le dije esto me sonrió de una forma cómo entre emocionada y sorprendida y con razón, pues difícilmente le había hablado de ese modo en todo el tiempo que nos conocimos, a partir de allí empezamos a tener más confianza ambos.

Cuando regresamos a trabajar, el ambiente era menos tenso entre los dos, cuando estábamos en silencio todo era muy cómodo, cada quien por su cuenta trabajando por su lado, si alguien comentaba algo, aunque sea una estupidez lo tomábamos normal y así transcurrió el día hasta que llegó Gerald y nos recogió de vuelta a Lima. Aquel día también regresé matadazo, e igual nos quedamos dormidos, Lorena adelante con su almohada de colorines que le regaló Gerald y yo atrás recostado en la puerta.

Me bajé en el Metropolitano por recomendación de Gerald, me dijo que podría irme hasta Av. Canadá y de ahí tomar un carro hasta Salamanca. Al llegar a la Terminal, pues ¡Todo era nuevo!, nunca había estado en un lugar similar. Se suponía que debía sacar una tarjeta para poder viajar, le pregunté a un chico con uniforme para que me oriente y el amablemente me vendió una tarjeta de cinco soles, así fui a una de las entradillas que dan hasta las estaciones, puse la tarjeta en el sensor, subí hasta la estación número cuatro y tomé el metropolitano por primera vez. Parecía cómo los trenes de las películas, ja, hasta tenían vocecita diciendo “Próxima parada…” y todo, así llegué hasta Canadá, tome la 505 y volví a casa.

En el Taller de Cora y Carrizales

Empiezo a escribir a las 4:43 de la tarde, la tarde es agradable, el frío soportable, e intento que las penas no sometan a mis sentimientos. Hoy alrededor mío no diviso nada más que el mundo al que estoy acostumbrado a merodear, husmeo con la mirada cada sombrío rincón, cada aparato, cada libro, cada frasco de pintura, a veces me da envidia su extraña quietud, pareciera que se traduce en tranquilidad.

Ya había comentado que había dejado la pre de Bellas Artes, hace algunas semanas. Me salí pues no soporté la presión que ejercían los síntomas de la ansiedad en mí, mis constantes depresiones, y posiblemente, mi falta de motivación. En uno de aquellos días, en los que asistía a la pre, logré escaparme con tretas del local para no volver más, o al menos en eso pensaba en aquel entonces.

Pasé un par de semanas angustiosas, me preocupaba mi futuro y al pensar en el me deprimía aún más, en algunos momentos realmente me preguntaba qué diablos iba a ser de mí. Aún quiero saberlo. Aunque no estaba en la pre intenté avanzar por mi cuenta en casa, empecé a practicar y a leer algunos temas sobre la historia del arte, pero estar en casa significa tener que lidiar con una gran cantidad de elementos que me distraen en demasía, fue así que decidí inscribirme en un Taller particular para preparación en Bellas Artes. Sharon me había anotado el nombre y la dirección de un taller pero cuando averigüé en Internet, habían distintas direcciones de aquel lo que me causó confusión. Entonces opté por llamar a un tipo llamado Shermann, el cual había visitado hace ya varios días; el tenía un taller en Jr. Ancash, por “Barrios Altos”, no me convencía muy bien el lugar pero lo llamé para que me diera información, pero aún me seguía sin convencer.

Entre uno de los fólderes que tenía acuñado en mi escritorio encontré varios papelitos con propagandas de distintos talleres, los cuales me habían dado un día que fui a comprar materiales a Bellas y fui al taller de Shermann por primera vez, había uno de un tal “Taller Bellas Artes”, que quedaba por Av. Angamos; llamé y fui a averiguar.
Cuando llegué al taller me di cuenta que era un lugar bastante pequeño, cómo una casa, me atendió Cora, una señora alta, de lentes, con cabellos algo largos y mechas rojas (en aquel entonces), ropa extraña (aparentemente hecha por ella misma) y una manera excéntrica de actuar. Pasé por la cochera, en la cual habían muchos bustos de yesos, pinturas colgadas en las paredes y grabados también, también habían ciertos instrumentos extraños de mecánica, cómo una sierra eléctrica, y otros más extraños que no sé describir. A la izquierda había una puerta la cual daba a la sala, en dónde están los caballetes, y en la cuál se hacen las prácticas de dibujo y pintura. En ese momento no había nadie. Me invitó a sentarme en una pequeña silla de madera, yo accedí.

Me dijo que las clases eran a partir de las 10 a.m. y que yo me podía quedar hasta la noche si así lo deseaba, que me preparaba en la parte de estudios, bitácora, y práctica. Mientras me conversaba observaba el lugar, había una gran biblioteca con muchos libros en el fondo de la habitación, había una cocina al lado derecho, un televisor a mis espaldas, también una radio antigua. También había muchos cuadros y grabados en la habitación. Por los suelos se paseaba un gatito gris, lo cual me hizo recordar lo que Sharon había dicho cuando describió el taller: “…Era un lugar pajaza, habían montones de gatos por toda la casa…”, pero en ese momento sólo vi una, y era la pequeña Vilma.

Vi un sobre con un nombre en él, “Carlos Carrizales” se dejaba leer impreso en la etiqueta blanca del amarillo sobre.

Sonaba “Obladi Oblada” de The Beatles en la radio, mientras ella me daba la lista de materiales. El ambiente no me pareció agradable ni desagradable, sólo lo percibí cómo un lugar tranquilo y era justo lo que necesitaba. Le pagué la cifra requerida y luego me dijo que podía empezar desde el lunes mis clases. Regresé a mi hogar luego de aquello, con algo de temor en mis expectativas. Había llegado el día de mi primera clase, me levante super temprano, cómo no lo había hecho desde hace algunos meses, me bañé, me alisté y tomé la 505 en los Quechuas, rumbo al taller.

Cuando llegué y esperé a que alguien atendiera al pobremente bullicioso llamado del timbre, me abrió la puerta un tipo greñudo, con apariencia descuidada, canoso; era de unos cincuenta y tantos años, allí conocí al profe Carrizales. Me invitó a pasar, me hizo ubicarme en un caballete, dentro del taller, agradablemente ambientado con la música clásica de la radio (pero que sin embargo no servían para aplacar mis nervios). Me dijo que dibujara un bodegón (Era el busto de un filósofo griego, del cual desconozco su nombre), en lo que esperaba a “Corita”. Me puse a dibujar, se me hizo un tanto complicado al principio, pues había perdido la costumbre de dibujar en escala grande, pero me adapte al poco tiempo.

Al rato salió Cora y me corrigió el dibujo que había hecho a regañadientes (Cómo es típico de ella y de Carrizales, y de casi todos los viejos artistas), me dijo que lo hiciera de nuevo, y así lo hice en otra cartulina, en ésta otra ocasión el viejo Carrizales me felicitó por la exactitud de aquel, por lo cual me sentí algo “bien”. Aún seguía nervioso pues el ambiente era medianamente tenso. A la hora o a las dos horas, llegó una chica al taller, era algo colorada, tenía los cabellos castaños y sujetados, vestía una casaca Jean vieja, unos pantalones (De Jean también) manchados de pintura, y zapatillas “tennis” bastante sucias. Cuando entró al salón Cora la saludó con mucha empatía y me presentó con ella, el saludo se lo di con un simple “Hola”, y ella me contestó igual, fueron las primeras palabras que crucé con Lorena. La primera impresión que me dio, por su manera de tratar y conversar con Cora, era la de una chica corriente, con pose de artista, y algo “apitucada”.

El ambiente se puso más tenso para mí aún, estaba ella conversando muy bien con Cora; hablaban, bromeaban, reían mientras yo sólo estaba allí en el caballete todo tenso. Afortunadamente Cora, se fue y así quedamos los dos en silencio en el Salón, dibujando. Después de un rato llegó un señor bastante mayor de unos ochenta y tantos años, era el señor Raúl, se puso a pintar al fondo del salón. Lorena se quitó al cabo de un rato, la vino a recoger una amiga. Yo me quedé sólo en el salón, con Raúl y así seguí dibujando toda la tarde.

Al día siguiente fue casi igual, Lorena no vino, el señor Raúl sí. Seguía pintando un hermoso paisaje, al óleo. Hice teoría del color en mi mini-bitácora (De la cual Cora me recriminó porque lo los amarillos anaranjados eran demasiado “naranjas”, y los amarillos verdosos demasiado “verdes”). Aquel día no sucedió nada trascendente, excepto que Cora y Carrizales se fueron en la tarde y dejaron el taller solo, sólo estaba yo y Raúl en el Taller de Dibujo y Pintura, en el de escultura, un par de chicas (alumnas de Carrizales).

Al día siguiente las clases se dieron normal, pero en la tarde, cuando Cora y Carrizales debían salir para un nuevo trabajo que estaban haciendo en un colegio del Agustino, nos dijeron a Raúl, Lorena y a mí si queríamos apoyar en el proyecto, y que seríamos remunerados con quince soles diarios; todos accedimos. Nos fuimos todos en taxi, Lorena, Raúl, Cora y yo, viajamos apretujados en la parte de atrás, Carrizales delante.
Llegamos al Colegio “Fe y Alegría”, el trabajo era hacer un mosaico enorme de un diseño que tenía Cora en papel, era un paisaje infantil, debíamos hacerlo a modo de que quedará cómo un mosaico “impresionista”, siempre teniendo en cuenta los colores complementarios al momento de pegar los retazos de mayólica en la pared. Me pareció un proyecto interesante y divertido, y aparte de participar en él de manera gustosa, también sería recompensado. Me animé a hacerlo, sería el primer trabajo artístico remunerado de mi vida.

Trabajamos en diferentes puntos de la pared Cora, Lorena, Raúl y yo. Carrizales estaba con la cortadora, partiendo los trozos de mayólica. Cada cierto rato el viejo Carrizo, gritaba y resondraba a Raúl por su poco dominio de los colores en los mosaicos, aquellos nos causaba mucha risa a los demás. Lorena estaba a mi costado, y más allá estaba Cora. Cada cierto tiempo hablaban un poco, pero Cora conversaba más con Carrizales.

El trabajo era muy divertido, pero al tiempo cansaba bastante. Cómo empecé a pegar mayólicas en un punto más alto de la pared, el hecho de agacharme y levantarme rápidamente me hizo marear, y hasta estuve apunto de desmayarme jajaja, fue gracioso sentir eso, recuerdo que de pronto vi todo negro y sentía que me faltaba el oxígeno. Aquel día crucé unas cuantas palabras con Lorena, nada importante. Cuando regresé a casa…regresé satisfecho.

Al día siguiente de clases, llegué al taller cómo todas las mañanas, pedí un libro sobre Van Gogh a Cora (De hecho es lo excelente de éste taller, que puedes pedir libros prestados cuando quieras), dibujé un tanto, hasta que Cora me preguntó si también quería colaborar en el mural ese día. Yo le respondí que sí, me dijo que entonces esperáramos a una chica que también iría a apoyar. Mientras esperamos ví un documental sobre Egipto. Al cabo de un rato, llegó Diana, una chica bastante pequeña, de cabellos negros y lacios, con mucho rimel en los ojos y vestida también con chompa y jeans negros. Al igual que con Lorena, ambas conversaban muy amenamente; Diana tenía una voz algo graciosa, cómo bastante agudilla. Cora nos contaba varias cosas, no recuerdo demasiado. Contaba una experiencia graciosa sobre un trabajo que tuvo que hacer: un día un tipo fue a su taller a pedir que haga un retrato de una fotografía que le entregó, cuando Cora lo acabó y el tipo vino, el señor le dijo: “Señorita, lo siento pero esa no era la mujer; esa es mi trampa”, y Cora lo contó de una manera tan graciosa que Diana y ella empezaron a botar carcajadas, y Cora no paraba de repetir lo “baboso” y “huevón” que era el señor, yo también reía.

También nos contaba del “drama” de los estudiantes de Docencia en Bellas Artes, y es que según su experiencia, los estudiantes que van para la carrera de Docencia, pierden su habilidad con el paso del tiempo, aunque al principio sean excelentes en la practica, se vuelven tipos demasiado didácticos y teóricos. Realmente…dejan de ser artistas, simplemente se vuelven profesores de arte, y cuando los alumnos le piden que pinte algo o muestre algún trabajo suyo se hace de rogar y lo hacen porque realmente no pueden producir arte. Lo que causa que los alumnos los jodan bastante.
Cuando Cora nos dejo solos a Diana y a mí, le pregunté para qué carrera querría ir. Ella me dijo “Voy para docencia, pero no quiero perder mi habilidad” lo dijo en tono medio en broma. También hablamos de otras cosas de la escuela, de manera breve, las cuales no recuerdo muy bien.

Luego de un rato llegó el señor Raúl y partimos hacia el colegio. Trabajamos cómo en los demás días y regresamos. Aquel día sucedió un incidente y es que el carro que tomamos de regreso no quiso parar en mi paradero de siempre, y tuve que caminar bastante para llegar a alguno que vaya hasta mi casa, pero por lo demás, me fue bien.

Así se sucedieron los demás días, estudiando en la mañana, yendo a trabajar en la noche. Y mientras transcurría el tiempo ganaba más confianza con todos, y me sentía cada vez un poco más tranquilo. Recuerdo un día, en el cual salimos Lorena y yo a comprar el almuerzo, nos pusimos a conversar un toque, no recuerdo muy bien de qué, ella hablaba bastante y su conversación no se hacía nunca cansada. Fuimos a la panadería y compramos Yogurt y panes para el camino, queríamos comprar algo para comer de inmediato, así que le ofrecí una “torta helada”, pero me dijo que no podía comer de eso, con lo que me quedé un tanto extrañado. Terminamos comprando dos empanadas de queso, conversamos un toque más y regresamos al taller.

Mientras íbamos a trabajar al cole, nos hablaba a Diana y a mí, sobre ella, sobre las cosas que le gustaría lograr, sobre Bellas Artes de Cuzco, sobre los convencionalismos y varias cosas, yo comentaba más que Diana, a Diana no le parecía interesar demasiado aquellos temas, por ello Lorena tampoco la consideraba tanto y más me conversaba a mí. Hablábamos sobre el consumo de “Basura” de la juventud actual, ella nos comentaba que apenas y hacía el uso de la tecnología. Coincidíamos en que apenas y consumíamos “basura” de la televisión. Ella me comentó que si no fuera necesario su cel tampoco lo tendría, y que de hecho no se lo dá a los chicos que se lo piden, ni tampoco su correo. No tiene ninguna cuenta en ninguna red social, aunque en el face tiene una cuenta con una identidad “falsa”.

Cuando nos pusimos a trabajar a ella le tocó hacer mosaicos a mi lado y hablamos durante horas. A medida que conversábamos cada vez me parecía una persona más interesante. Me hablaba también sobre su vegetarianismo, y las razones por las cuales decidió llevarlo a cabo. Bromeábamos cada tanto sobre ello. Por ejemplo ella me decía que no podía tomar cierta bebida y yo le dije “¿Entonces que toman ustedes? ¿Clorofila?”, y ella asentía riéndose. También me hablo sobre por qué decidió el camino del arte; me comentó que inicialmente estudiaba diseño gráfico. Alguien le habló y le hizo ver las cosas de manera muy distinta, por primera vez realmente ella se preguntó sobre el propósito de su vida, la razón de existir en éste mundo, coincidíamos en que no podría ser en vano. Ella me comentaba que quería cambiar la sociedad por medio de la Educación (Ella también va para Docencia), contagiar a sus alumnos ese ánimo y manera de ver el mundo, el querer hacer algo para cambiar las cosas, lograr que realmente existan personas buenas y valiosas en éste mundo. Le comenté que compartía muchos puntos de vista suyos, en realidad ahora las personas tienen las mentes tan ocupadas en cosas mundanas y vanas necesidades, que dejan de lado lo importante de vivir, el ser feliz. Me comentaba que realmente el mundo cómo ahora era una cagada, pero que tenía fe en las personas buenas, ella creía que en realidad las personas son buenas por Naturaleza. En un momento le dije “¿Y tu eres buena por naturaleza?” y ella dijo“¿Es una pregunta?”, sólo reímos. En realidad durante cierto tiempo yo creí lo contrario…que el ser humano era malvado por naturaleza. Las cosas que me dijo ésta chica me dieron mucho que pensar.

También me comentó sus deseos de viajar a Cuzco y estudiar en la escuela Cuzqueña de Bellas Artes, vivir más en contacto con la Naturaleza. Me decía que algunas veces realmente quisiera dejar Lima, vivir cómo una ermitaña alejada de la sociedad, jaja, yo le dije “¿Entonces quieres ser una Diógenes?” y respondió “No pucha, jajaja no hasta tan extremo”. También me contó sobre la biblioteca de la Fundación Telefónica que quedaba cerca de la plaza España, y de hecho ahora que recuerdo, al día siguiente faltó pues fue a leer a dicho lugar.

Así pasó el día, y regresé a casa algo entusiasmado por las cosas que me sucedían en el taller. Un jueves Lorena nos dijo a todos si queríamos apoyar en un mural que se estaba pintando en un pueblito de Pachacámac, Lorena apoya a una ONG, la fundación GEA en la cual trabaja su hermano. Aquello me hizo ver aún más su actitud filantrópica, y me causaba gracia ver que siendo mi amiga aquella actitud contrastaba con mi arraigada misantropía. Yo se lo comenté en cierto momento, me preguntó porqué aquel “odio” hacia las personas, yo simplemente le respondí que era por la gente con la cuál me había tocado toparme en mi vida. A veces cuando la escucho hablar tan animosa me causa cierta envidia, luego me daría cuenta que las cosas que ella me decía, eran en parte…ciertas. Todos dijeron que normal podrían ir a apoyarla, hasta Cora, pero el día en que se supone debíamos viajar no se pudo dar por problemas de traslado.

En la semana que transcurrió empecé a tenerme mucho más confianza con Diana y Lorena, en parte creo yo es por la gran cantidad de tiempo que estamos juntos, casi desde la mañana hasta la noche.

Un día en la mañana en el taller de escultura, estuve conversando con Lorena y salió el tema de una pintura que había sido dejado incompleta en Pachacamac, me contó sobre el chico que había iniciado la obra y la abandonó, y me dijo que necesitaban a alguien para que pudiera hacer un San Martín para la iglesia de los pobladores, yo le pregunté si se necesitaba a alguien “profesional” o algo así, pensaba en decirle que podría ser yo…aunque no estaba seguro si involucrarme, además jamás había pintado un retrato jamás y menos a escala grande, hasta que luego de un rato de conversar de pronto me dijo “¿…Puedes pintarlo tu?”.Yo accedí. Me dijo que el trato era que me darían trasporte y comida, y yo pintaría. Yo acepté, dentro de mí estaba encantado, era una nueva experiencia, y una nueva oportunidad de ampliar mis conocimientos en el ámbito muralista, además de que no tendría que preocuparme por los gastos.

El viernes Lorena me envió un mensaje al celular, preguntándome si me podía conectar. Entré a la laptop, mi hermano aceptó refunfuñando y de hecho me estuvo jodiendo en toda la conversación que tuve con ella y que tuve que acabar pronto. Me pasó las fotos del mural, y acordamos que nos encontraríamos en la Plaza de Barranco al día siguiente. En la mañana del domingo pasado, Lorena y yo nos encontramos en la plaza y partimos en el carro de su primo a Santa Rosa de Mal Paso.

martes, 7 de septiembre de 2010

Pubertad...ojalá jamás llegara



Reproducción a escala pequeña de "Pubertad" (1895) de Edvard Munch, en tonalidades rojas. Es el primer desnudo que pinto, al igual que el primer pseudo-retrato que intento hacer.

"Traumatizado por su relación con las mujeres, él las retrata de la manera mas tétrica posible. La primera sensación que genera el cuadro es de ansiedad y vacío. Munch utilizo con frecuencia este tipo de composición, con una figura aislada en primer plano, para expresar sus sentimientos de soledad y depresión.

Sentada sobre una cama aparece una adolescente en posición tensa e incomoda, cruzando los brazos para tratar de cubrir su desnudez. Su mirada seria y distante, la rigidez de sus músculos, reflejan la angustia ante el descubrimiento de su propia sexualidad.

La sombra que proyecta, violenta, desproporcionada, amenazadora, contribuye a desarrollar el clima de angustia que emana el cuadro. A través del retrato de la joven adolescente, Munch busca la compasión y comprensión. El trauma de su personaje se ha convertido en el del espectador."



jueves, 2 de septiembre de 2010

El Auvers de Juanma



Mini-Reproducción de "La Iglesia de Auvers-Sur-Oise" de Van Gogh, en tonos amarillentos, hecha para mi bitácora de investigación.

"Muestra el mundo interno del pintor. El cielo con torbellinos de manchas, la iglesia gótica parece desmoronarse y los caminos serpenteantes amenazan un cataclismo..."